Muchas veces, en medio de las tragedias que nos agobian, lo único que le da ganas a cualquier de los pobres habitantes de este país es morirse, pero de la risa. Dígalo si no la formidable idea de uno de esos monos desteñidos nacidos en las gélidas montañas del Polo Norte y quien ocupa, válgame Dios, una alta posición en el parlamento de Noruega, quien como si no tuviéramos en qué enredarnos, se le ocurre a este señor nominar para el premio Nobel de la Paz a nadie menos que al angelito de Timochenko, uno de los mayores y más sanguinarios terroristas que ha dado Colombia, y cuya miedosa fama ha sido corroborada por todos los países democráticos del mundo donde todavía se respeta la vida de sus conciudadanos.
Claro que para adornar semejante barbaridad puso en el mismo nivel de las víctimas a los héroes colombianos que han muerto, sacrificados inicuamente, por los malhechores que tienen invadidos nuestros campos. Bueno, pero mejor dejemos pasar este hecho como una anécdota más de nuestra complicada forma de vivir y hagámonos los pendejos, que de golpe el premio se lo dan a quien tanto lo está ambicionando y que todos conocemos.
El miércoles pasado uno de los más importantes jefes de la pandilla, el célebre Santich, ante la amenaza de Santos sobre la fecha en la que se tendrían que firmar los acuerdos de La Habana, le respondió irónicamente que de pronto a las negociaciones les iba a pasar lo de Joselito Carnaval, esto es que finalmente descanse entre cuatro tablas. Y lo peor es que parece que así podría suceder, porque va a ser muy difícil que en un mes se pongan de acuerdo en este laberinto, y los términos están llegando a su fin, como tantas veces se los saca en cara el presidente.
Cuando uno tiene enemigos grandes es mejor pasar agachado, y peor si lo están atacando por los cuatro flancos. El Gobierno ha debido quedarse callado cuando el expresidente Uribe no lo respaldó en la firma de los acuerdos en EE.UU. negándose a asistir a la reunión con Obama. Sin embargo, en lugar de una estratégica prudencia, sacó el espejo retrovisor, lo que tan poco gusta acá, y a izar banderas de pelea cuando le hacen más daño a Santos que a Uribe, pues le complican la fórmula de aprobación de los acuerdos. Además, sin decirnos mentiras, eso de llevarse una comitiva de 200 amigos a pasear con todos los gastos pagos, en una situación económica como la que estamos pasando, para darse vitrina ante la comunidad internacional, no es de las cosas que les guste a los colombianos. Error garrafal de Santos.
El jueves conocimos un mandato presidencial, o como quiera que se llame, prohibiendo a los colombianos reunirse con los guerrilleros en Cuba sin la autorización expresa de la Presidencia de Colombia. Eso me olió a Maduro, y ni estamos en Venezuela, ni podemos aceptar que como en cualquier banana republic estilo Chávez, que se nos prohíba hablar con quien nos provoque. Ojo con entrar en exageraciones de dictadorzuelos baratos.
- Nota simpática: En nuestro diario, LA PATRIA, de hace 80 años, esto es en 1936, informa la Agencia Fiscal de Caldas a cargo de don Mario Camargo que la comisión técnica y la dirección de aviación del Ministerio de Guerra han iniciado el estudio de catorce proyectos para el aeródromo de Manizales. Los comentarios sobran.
P.D.: Tengo conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente, que a veces no entiendo ni una palabra de lo que estoy diciendo.
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