Se nos vienen encima las elecciones de mitaca, las que a pesar de ser miradas con mucho recelo e indiferencia por los colombianos que poco están metidos en la política, no dejan de ser muy importantes, por la sencilla razón que en ellas es cuando veremos las caras nuevas de quienes en sus manos van a tener la capacidad de mejorarnos la vida, o de volvérnosla otra porquería, como casi siempre sucede.
Sin embargo, todos estos actos entre litúrgicos y políticos tienen que ser respetados, porque si no fuera así quién sabe cuántos Nules, Morenos y Tapias tendríamos que aguantarnos antes de quedar en la ruina total. Esos carteles de la contratación que con desfachatez arman los bandidos que recorren campos y ciudades, sin tener en cuenta que al robar a los pobres campesinos y a los más necesitados hacen el peor de los daños, porque sus mismas vidas se convertirán en verdaderos infiernos en los cuales terminarán pagando con castigos las maldades con que nos atormentan.
Todavía no se ve muy claro el panorama electoral de octubre, aunque ya se están lanzando a la palestra los primeros arriesgados, que con unas ganas infinitas de ocupar los asientos de atrás de los carros oficiales se les olvida que no por mucho madrugar amanece más temprano. Muchos de ellos, violando las leyes electorales, ya montaron pancartas y salen en vallas exhibiendo la mejor de sus sonrisas, olvidando también que lo que Natura no da, Salamanca no lo presta.
Manizales es una de las ciudades que podemos catalogar con mejor suerte, porque si bien es cierto hemos pasado por épocas tormentosas, en general los gobernantes han cumplido con sus deberes con honestidad y civismo, como ordenan las leyes de una patria que exige respeto, y cuya historia está impresa en los inmortales bronces.
La mayoría de los candidatos, hombres y mujeres, tienen la frente limpia y reflejan en sus actos un deseo de cumplirle a esta ciudad. Ojalá no nos veamos nunca en los lodazales en que se encuentran ciertas zonas de nuestra costa Atlántica que no saben qué hacer con las gatas o los kilos, o en Risaralda con los Jiménez Naranjo.
Por lo que se va vislumbrando, la pelea va a ser peleando, porque las fuerzas políticas además de estar muy polarizadas van a definir poderes que vienen enfrentándose y madurándose por debajo de cuerda desde hace tiempo, lo que puede provocar batallas campales que ojalá no nos devuelvan a las amargas épocas de los asesinatos políticos, cuyas malignas huellas todavía se reflejan en nuestro diario vivir.
Estas líneas no dejan de ser una advertencia a los habitantes de una ciudad tranquila, que tiene que dar ejemplo de lo que es vivir con civismo, porque es su obligación saber conservar una historia que la ha colocado como la ciudad donde mejor se vive en Colombia.
Los candidatos a regir nuestros destinos, repito, tienen que ser ejemplos de honestidad y de amor por su terruño, porque ese orgullo de representar una de la mejores razas del país no lo podemos dejar en manos de personajes que enturbiarían la tradición de trabajo honesto que con orgullo y esfuerzo nos dejaron los ancestros con la mulera al hombro, las alpargatas protectoras, el pantalón remangado y el sombrero de paja.
Comencemos pues con tiempo a pensar con la cabeza fría sobre los personajes a quienes entregaremos nuestro futuro y el de nuestros hijos, porque ni ellos ni nadie nos perdonarán que volvamos a cometer errores, que aunque ya están en el pasado, no se borrarán nunca de la memoria.
P.D.: Es curioso que se le denomine sexo oral a la práctica en la que lo que menos que se puede hacer es hablar.
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