Cuando el emperador Julio César salió de Roma, una de las tantas veces, con destino al Lejano Oriente, llevó un ejército con tal cantidad de soldados y pertrechos, incluyendo cientos de elefantes y varios miles de animales de carga, que con solo pensar cómo sería el peso del manejo en plena campaña en zonas tan alejadas e inhóspitas que tendría bajo su responsabilidad este ambicioso emperador, lo único que uno desearía es estar en casa metido debajo de las cobijas. Fue en esa odisea cuando lanzó su famosa frase de “La suerte está echada”. Y le llegó la hora de repetirla al presidente Santos.
A pesar de no estar de acuerdo con este galimatías en que nos tiene metidos Santos, hay que reconocerle que es una persona muy testaruda, como el emperador, y lo digo más como elogio que como crítica, pues durante estos cuatro años, muchas debieron ser las noches en vela sosteniendo conversaciones con su hombre de confianza, el doctor De la Calle, quien como reconoce la mayoría de los colombianos, siempre ha sido un personaje digno de elogio, tanto por su honestidad y patriotismo como por su conocimiento del país.
Estamos a una semana de tomar una decisión vital para el futuro de Colombia y de la cual el panorama que se resulte, cualquiera sea el que gane, debe ser cristalino, pues en caso contrario nos veremos abocados a volver a las temibles horas de violencia que padecimos por culpa de los bandidos de las Farc durante más de cincuenta años.
La campaña por el Sí ha sido sesgada por el gobierno, no sabemos si por temor a ser derrotado en las urnas, o por cierto afán dictatorial que se reflejó en una muy molesta frase del presidente cuando nos dio a conocer que él como su colega venezolano podía hacer lo que le diera la gana. Menos mal que no alcanzó a decir que era capaz de multiplicar los penes y los peces.
Ni hablar de la forma abierta y descarada como han financiado esta campaña del bolsillo de todos los colombianos. A la oposición no le he visto ni una sola cuña en televisión, ni los grandes diarios han publicado algún aviso motivando a votar por el No. Hasta unas vallas que cumplían con todas las recomendaciones que ordena la ley y que fueron colocadas en varios puntos de la Costa, de una manera arbitraria e incluso a la fuerza, fueron desmontadas por alcaldes santistas.
Santos parece estar seguro de que va a ganar, y parece que así va a ser por lo desigual del enfrentamiento, pero antes de ello es necesario reconocer que la oposición ha dado una lucha titánica para demostrar que no es que no queramos la paz, lejos de nosotros desear el caos, y lo que no aceptamos es que llevado por su orgullo el presidente solo nos dejó ver las 297 hojas llenas de sapos que tiene el acuerdo, faltando escasas tres semanas para votarlo. Un texto tan pesado y ambiguo es muy difícil de asimilar por el común de la gente, y podría asegurar que ni siquiera el mismo presidente fue capaz de leerse semejante ladrillo.
Ya es poco lo que falta por hacer, y podríamos decir como Julio César que la suerte está echada. Queda encomendarnos al de arriba para que los enemigos estén actuando de buena fe y no nos dejen viendo un chispero, como le pasó al Dr. Pastrana.
Amanecerá y veremos, dijo el ciego, y amaneció y no vi un carajo. Ojalá todo salga bien como lo anhela el país entero, y quedamos a la espera de cómo transcurre esta última semana de pasión.
P.D.: Toda influencia es mala, pero... una buena influencia es lo más malo que hay en el mundo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015