El miércoles en la noche nos fuimos todos los colombianos de bien con un extraño temblor por todo el cuerpo ante las declaraciones del señor Santos, cuando, después de repetir decenas de veces que nunca habría un cese de fuego bilateral entre el Ejército y las tenebrosas Farc, ordenó avanzar hacia un alto al fuego totalmente sorpresivo. Las explicaciones que siempre había dado, dentro de su inveterada costumbre de recular cada cinco minutos, eran argumentos lógicos que nos permitían respirar con cierta tranquilidad.
Ahora, y sin explicación razonable, fuera de seguir entregando el país a los bandoleros, como lo hacen los Maduros y los Diosdados en Venezuela, y sin tener en cuenta la amarga experiencia que los tiene en la completa desesperación, se nos viene con esta decisión que, a pesar de lo que digan los políticos profesionales, no tiene bases firmes por ninguna parte para generar confianza en los grupos de malhechores, que lo único que nos han ocasionado es sangre dolor y lágrimas en más de cincuenta años.
La paz que tanto ansiamos los colombianos se ha convertido en el caballito de batalla de Santos para seguir dándonos vueltas, con argumentos nimios de que sus amigos sí están cumpliendo con sus promesas, cuando al tiempo de inundarnos con promesas de paz siguen cometiendo asesinatos y ataques, no solo contra los pobres indefensos campesinos, sino contra las mismas Fuerzas Armadas en traidoras emboscadas. Esto es lo que mejor se podría llamar la paz de los sepulcros.
Viene un año muy difícil, porque este gobierno ya nos mostró claramente que no se para en pelitos para alcanzar sus fines, entregando no solo principios que creíamos intocables, sino que de manera increíble llenó de mermelada a todo el que quiso participar en la repartición de dádivas, llegando casi a los límites que alcanzaron los grandes jefes del proceso ocho mil de los inolvidables Samper y Serpa, quienes para alcanzar un sucio poder entregaron a las mafias preciados principios de honor, y ahora se pavonean como directores de organismos de muy dudosa reputación, impuestos por las mismas autoridades de Colombia que así agradecieron los favores recibidos. Ya veremos cuanto tiempo durará esta "luna de miel" con los facinerosos, y aunque los agaches y las reculadas han sido la rasante del gobierno, Dios quiera que éste peligroso paso hacia el abismo que se está dando no vaya a poner en mayor peligro a nuestra lánguida democracia.
Ya se cumplió con creces el plazo que se impuso el mismo presidente para alcanzar las metas propuestas y nadie puede decir que nos estamos aproximando a una solución final. Sin embargo, a pesar de que el enemigo no inspira confianza, el país debe seguir al pie del cañón cubriendo varios frentes simultáneos, con la esperanza de no seguir por la pendiente que nos amenaza.
NOTA: Terminada la temporada taurina con el éxito a que nos tiene acostumbrados Cormanizales, tengo, con todo el respeto, que hacer un corto comentario, que creo que refleja en mucho la opinión de la afición:
-Nadie puede culpar a Cesar Rincón por los problemas que presentaron sus toros en el ruedo de Manizales.
-Todos agradecemos a Rincón haber puesto a Colombia en la cumbre de la torería mundial.
-Su prestigio ha ayudado a que muchos jóvenes novilleros estén alcanzando sitios de renombre en la tauromaquia.
Pero el maestro debe decidir si regresa al toreo activo, como lo han hecho muchos colegas, si se dedica a la cría de toros de lidia, o si renuncia al importante oficio de comentarista taurino. Las tres cosas no compaginan y pueden llevar a un conflicto ético muy complicado.
P.D.: Arreglar los problemas económicos es fácil, lo único que se necesita es plata.
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