No se nos había borrado de la cabeza el tejemaneje que implicaron las pasadas elecciones regionales, y no habíamos digerido las cantidades asombrosas de mermelada que tuvo a bien repartir el gobierno para conservar su poder, cuando otro de los baldados de agua fría a que nos tienen acostumbrados los sangrientos asesinos, masacraron una patrulla del Ejército cuya misión era proteger en un lejano resguardo indígena a un grupo de inermes delegados de la Registraduría que solo cumplían con una misión de patria.
Esta vez, según dice y repite el gobierno en todos los tonos, parece que no fueron los narcoterroristas de las Farc los responsables de estos cobardes asesinatos, sino los malnacidos elenos, tan malos como sus compinches, con lo cual han querido dar una demostración de que con su poderío pueden poner de rodillas al gobierno, como lo hicieron sus maestros de las Farc.
Han sido tantas la veces que los voceros del gobierno, encabezados por el presidente, que han condenando estos hechos y nos han repetido que la responsabilidad es del Eln, que francamente nos pusieron a dudar de la veracidad de sus afirmaciones, porque lo que la gente está creyendo es que quieren sacar del paseo a los que compartirán el tan ansiado Nobel de la Paz y comenzar otra interminable ola de conversaciones con los otros bandidos que ya se sienten tomando mojito y paseando en catamarán en las bellas playas de Cuba.
Es clarísimo que los cabecillas elenos no van a ser tan pendejos de dejar de lado los tiempos de la vacas gordas que se les avecinan y de la cuales Timochenko y sus sanguinarios muchachos ya bebieron de la prueba, y mucho les quedó gustando.
Ahora quiere Santos, y así lo está solicitando, que las Farc firmen a como dé lugar los convenios de paz antes del 31 de diciembre de este año, quién sabe con qué aviesos propósitos. Pero podemos estar seguros que estos deseos de Santos, así como la entrega total de la justicia con su invento de un nuevo órgano entre dictatorial y judicial reemplazando al Congreso, para aprobar sin ninguna oposición el cataclismo que se nos viene encima y nos llevará a unas circunstancias que pueden ser catastróficas para el país.
Ojo, señor presidente con la crueldad y la ambición de sus nuevos opositores en las peligrosas mesas de los diálogos que se avecinan, porque a pesar de la experiencia del gobierno, la astucia de estos bellacos sobrepasa con creces las ganas de cualquier tipo de paz que pueda usted tener. El martes le dieron una nueva muestra de su maligna forma de actuar, y si sigue arrodillándose puede estar seguro que ellos sabrán aprovecharse de lo que puede parecer debilidad de su parte, y seremos nosotros las víctimas inocentes de los arreglos.
Hasta ahora seguimos en el aire, y usted lo sabe muy bien, porque después de tres años, muy lejanos del plazo que usted fijó, son las horas en que nadie puede claramente explicar en qué punto de la paz nos encontramos. Este traidor y cobarde asesinato es de una crueldad infinita, y ya verá usted cómo seguirán haciendo lo mismo que tantas veces vivimos hace poco tiempo y pidiendo los mismos hipócritas perdones, mientras se sigue inundando de sangre nuestra pobre patria. ¿O no es así doctor Santos?
P.D.: ¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que acabar con un prejuicio.
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