Confieso que estoy cansado de la avalancha de escritos, reportajes, encuestas y mil cosas más, incluidas un sartal de mentiras con esto del plebiscito, que no veo la hora que llegue el domingo para saber en qué quedamos. Las cosas se están poniendo complicadas, y a pesar de que los últimos informes muestran una pequeña ventaja a favor del Sí, lo que se definirá en estas votaciones será reflejo de situación en que nos ha metido el señor Santos promocionando una división similar a la que vivimos hace cincuenta años, cuando nos matábamos entre liberales y conservadores por cosas que todavía, los que éramos adolescentes en ese entonces, no comprendemos.
Cuando los ahora llamados adultos mayores seguimos sin saber qué le pasa por la cabeza a un país que sigue todavía matándose entre sí, sin una razón justificada, aunque ninguna guerra es explicable, deseamos no morirnos sin ver a Colombia libre de los flagelos, entre los cuales además de los asesinatos de miles de gentes inocentes, de las masacres espeluznantes de los paramilitares, de los cobardes ataques con ácido a las mujeres, y, en fin, con cientos de formas como se cometen toda clase de crímenes que nos ponen en un punto de escarnio ante el mundo.
Estamos llegando a un punto de no retorno y la situación está que arde. Es una lástima que las cosas hubieran tomado un rumbo lleno de politiquería, con las cosas sucias que tanto hemos repudiado y que no son demostración de una verdadera democracia. Por el contrario, la repartición de mermelada, puestos y gabelas de toda clase ha hecho de este capítulo de nuestra historia que debería haber sido cristalino, como alcanzar la bendita paz, esté rodeado de los vicios tradicionales de nuestra historia política.
No está claro qué nos pasará con la victoria de cualquiera de los dos interrogantes que nos están presentando. Si gana el Sí vamos a tener que llenarnos de paciencia, porque por la falta de claridad en los acuerdos firmados los bandidos se han envalentonado, demostrando que su finalidad no es la de unas monjitas de la caridad, sino que con esa ganancia aprovecharán para exigir lo que por muchos años han hecho por la fuerza de las armas.
Si gana el No entraremos en una enredada serie de problemas jurídicos para definir si se puede o no hacer modificaciones a los acuerdos firmados o, lo más importante, si los bandidos quieren o no sentarse de nuevo a negociar, o sencillamente volver a coger el monte y continuar con sus actos de barbarie.
Todavía no se ha dicho la última palabra, aunque personajes reencauchados en la política como los expresidentes Gaviria y el elefante Samper, ya se están gozando las mieles de un dudoso triunfo. Al presidente Santos le reconozco que le fue bastante bien con el show que montó en la firma de Cartagena, pero siento que Santos trató de hacernos olvidar la situación económica del país, que está tomando caracteres muy peligrosos .Ojalá apenas pase este torbellino, y quiera Dios salgamos con bien, vuelva a enfrentarse a los múltiples problemas que estamos sufriendo y que son precisamente los obstáculos mayores que tiene la paz.
P.D.: La mujer que no tiene suerte con los hombres, no sabe la suerte que tiene.
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