No quiero volverme otro Doctor No, porque ya tenemos suficientes personajes que dedican su tiempo a renegar sobre lo divino y lo humano, sin dar en contraprestación una idea constructiva que dé luces que nos permitan aunque sea sacar las narices del lodazal en el que nos encontramos.
Estamos metidos en un berenjenal que se sigue enredando a tal punto, que ni el mismo gobierno sabe qué camino coger. Las reculadas que está pegando el señor Santos en todas sus decisiones han hecho que perdamos la poquita confianza que nos quedaba, y hemos caído en una incertidumbre que nos tiene desesperados.
Lo que pasa con el delicado tema de la paz es de agarrarse la cabeza. Después de meses de vencidos los términos que el mismísimo Santos se impuso para llegar a un final de las conversaciones de paz, se hizo un cambio radical en la estrategia de las conversaciones en La Habana, porque al ver que con toda lógica la mayoría estaba reaccionando en forma clara y firme dando la razón a los de la oposición, criticando las actitudes hipócritas de los bandoleros que por un lado pregonando sus "intenciones de paz", y por el otro asesinando, no solo a la fuerza pública sino a los pobres indefensos campesinos.
Y ahora no solo son ellos y sus cuadrillas los que nos siguen azotando, ahora se han juntado en tenebrosas alianzas con otros grupos asesinos para acabar de demostrar al gobierno sus reales intenciones de llegar a acuerdos de paz.
A pesar de que ya nos es casi imposible soñar con que con este gobierno alcanzaremos lo que con tanto entusiasmo nos pregonaron, de llegar a acuerdos por el bien de Colombia, quedamos a la espera de que se nos informe en qué punto estamos, y si la eliminación de la confidencialidad en las conversaciones nos permite saber con certeza si todavía podemos contar con un poco de esperanza, para hacer el último esfuerzo en esta agonía que nos tiene destrozados anímicamente.
Este cambio en las reglas de juego tuvo que ser tomada por los negociadores del gobierno viendo la guerra de amenazas con que nos tiene rodeados Márquez, anunciando hasta con levantarse de la mesa de negociaciones, dejando claridad en que de ninguna manera entregarán las armas que piensan seguir utilizando en sus actuaciones asesinas contra el pueblo indefenso.
Pero entonces: ¿En qué pensamos los colombianos ante semejantes horrores? ¿Cuándo lograremos salir de este laberinto? ¿Estarán actuando con sinceridad Timoshenko y sus secuaces? Algo muy importante: ¿Estarán unidos en sus decisiones los oligarcas que se pasean por las bellas playas de Cuba y los bandoleros que tienen las agrestes selvas de Colombia para sobrevivir?
Nos queda poco tiempo para que el gobierno nos lleve a puerto seguro, porque es poca la paciencia que nos queda, y no queremos vernos reducidos a una Venezuela, que con unos dementes gobernantes acabaron con lo que fue un país poderoso que mandaba la parada en América Latina, y que ya ven en lo que está quedando.
Finalmente, es increíble que con todos los problemas que tenemos en esta pobre Colombia, el señor Santos se haya dedicado a cumplir órdenes del dictador Maduro y ahora esté suplicando en su nombre que se le levante el embargo a Cuba. Ojalá esto sucediera, pero, ¿seremos nosotros, que bien jodidos que estamos, los indicados para estar metiéndonos en peleas que no nos corresponden?
P.D.: La holgazanería es aquello que podemos disfrutar plenamente, sobre todo cuando uno se crea la ilusión de que tiene mucho que hacer.
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