Desde hace varios meses se notan en el ambiente político ciertos enfrentamientos entre el presidente Santos y su vicepresidente Vargas Lleras (un Vargas que se cree Lleras), que cada vez se ponen más álgidos, al punto Santos le dijo de frente a Vargas que el dueño de la chequera era el presidente, insinuándole que le mermara a sus ganas de ser el primer mandatario, porque todavía no le ha llegado la hora y dejándole claro que no se va a dejar quitar su poder, porque, y aquí viene lo mejor, solapadamente le dijo que de pronto tiene ya su propio candidato, cosa que no solo sospechábamos, sino de la que estamos seguros.
Esta pelea se vendrá más pronto de lo que imaginamos, pues los dos se han cuidado de mostrarse las fauces por debajo de abrazos y sonrisas poco creíbles, y los veremos explotar tan pronto se vaya acercando el fin del mandato presidencial. Eso de Vargas de rechazarle la invitación a Cuba para asistir a ir a un acto protocolario con los narcos, es la demostración de que este caballero de todo tiene menos de pendejo, y no quiere enredarse en ese costal de anzuelos que le puede causar un desprestigio igual al que tiene ahora el primer mandatario.
Todos los días se ve más enredado este asunto de las conversaciones de paz, al punto que una reciente encuesta publicadas por CM& refleja unos resultados que posiblemente son la causa de la sacada de rabo que se está pegando el vice. A la pregunta sobre la credibilidad en el éxito de la paz, la respuesta fue de un 70% por el no y solo un 30% por el sí. Y esto fue hace solo 5 días.
Y ahora sigue la pelea por la aprobación de las plenarias del Congreso a la propuesta del gobierno de modificar por enésima vez la Constitución, con el fuerte rechazo de la oposición, lo que llevó al gobierno a modificar los umbrales, ya que es grande el temor de perder las votaciones cuando la aprobación de lo negociado se someta al escrutinio público.
Los colombianos no podemos dejar que los guerrilleros nos sigan engañando a punta de mentiras, que cínicamente convierten en un decálogo de exigencias absurdas que demuestran las pocas ganas que tienen los cabecillas de someterse a la justicia y pagar por los crímenes miserables a los que nos han sometido durante tanto tiempo.
Veamos parte de la lista de exigencias que se dice que le ha hecho la belleza de Timochenco a Santos como condición para firmarle cualquier cosa, todas muy difíciles de cumplir:
Exigen que no se les llame terroristas. Tal vez angelitos les quedaría mejor.
Que no se los someta a la expropiación de los millonarios bienes de los que se han apropiado en sus violentas masacres de campesinos.
Que se les permita seguir teniendo libremente todo tipo de armas.
Que se les reconozca un sueldito de $1,8 millones mensuales a todos ellos, sin hacer nada.
Y, para no cansarlos, que los pongan al nivel de nuestros honorables padres de la patria y se les asigne por benevolencia del gobierno un buen número de curules en el Congreso, donde puedan llegar a sus anchas a legislar y terminar de convertir este país en un verdadero merequetengue.
Y como si fuera poco, el jueves pasado, Santos le dio una absurda respuesta a un periodista de la BBC de Londres, cuando dijo que renunciaría si no le aprueban el plebiscito, que está más hundido que el Titanic. De inmediato tuvo que rectificar, dejando la duda de si, al contrario de lo que hizo Serpa, se corta la coleta en vez del bigote. Y creo que Santos como jugador de póker no gana ni con escalera flor ante un par de jotas.
P.D.: El matrimonio es como las cuentas de ahorros; de tanto meter y sacar se pierde el interés.
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