Esta ha sido la semana más movida de las que estamos acostumbrados dentro del maremagnum despiadado de violencia a que nos tienen sometidos los narcoasesinos, que no descansan en su mortífera misión de acabar una nación que se debate entre la vida y la muerte, sin que les pase por la mente a las bestias que la inmensa mayoría de sus habitantes nos mantenemos rogando a Dios para que algún día, ojalá no muy lejano, podamos vivir como personas civilizadas, y no sometidos a los crueles tormentos de una guerra que no parece tener fin.
Además de los cobardes ataques, tuvimos la extraña coincidencia de que ocurrieron con pocas horas de diferencia dos accidentes aéreos en los cuales tristemente terminaron muertos 27 miembros heroicos de nuestras fuerzas armadas, en circunstancias extrañas, tanto por la similitud de los resultados como por la forma misteriosa en que cayeron las aeronaves, creando un manto de dudas que hasta el momento no ha podido ser aclarado.
En aras de tratar de ser neutrales, podríamos decir que un accidente de esta naturaleza puede producirse sin que tengan que estar involucrados elementos extraños, como ataques desde tierra, terrorismo dentro de la nave, o cualquier tipo de arma como los sanguinarios tatucos que usan con tanta familiaridad los bandoleros. Pero cuando con diferencia de horas ocurren dos hechos tan similares, y los muertos son miembros de nuestro Ejército y de nuestra Policía que estaban en la labor heroica de proteger a los campesinos de los ataques de los timochenkos, las circunstancias nos ponen a dudar sobre la veracidad de las explicaciones que han dado los altos mandos civiles y militares.
Si analizamos las primeras declaraciones del ministro de Defensa, a quien reconozco como un hombre honesto y veraz, y las comparamos con las que nos trató de explicar el presidente encontramos inconsistencias que nos ponen en una dolorosa encrucijada.
El país se mantiene en vilo permanente pensando en cuándo va a ocurrir el siguiente ataque sangriento, y por eso no está dispuesto a creer en promesas ni en las declaraciones de paz, con que frecuentemente se nos aparecen en las dudosas conversaciones que interminablemente se realizan en La Habana, y cuyos resultados favorables vemos lejanos.
Les aseguro que en medio de mi incredulidad, estoy con inmensos deseos de que se compruebe, con toda claridad, que las muertes de nuestros valientes hombres ocurrieron de manera accidental, para evitar otro recrudecimiento de los enfrentamientos. De no ser así, sería inconcebible que el presidente vuelva a tender la mano a quienes no han demostrado, a pesar de lo que digan algunos negociadores de gobierno, una verdadera intención de querer llegar a una real conciliación.
No nos digamos mentiras, pero mucho de lo que hasta el momento ha pasado en Cuba ha estado rodeado de un ambiente de farsa, por las actitudes cobardes y petulantes de las bandadas de desalmados, lo que nos hace muy difícil creer en las promesas rodeadas de sangre y de mentiras con que nos pretenden mantener engañados.
P.D.: Vivir en la tierra es caro, pero ello incluye un viaje gratis alrededor del sol cada año.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015