Cuando a una escuela llega una invitación de otra institución para participar en algún evento académico, cultural, científico, tecnológico, político o filosófico, es usual que se delegue a los mejores; ellos son recurrentemente convocados a representar al colegio en una diversidad de eventos que en muchas ocasiones no son de su interés ni de su competencia, la única razón es que son los mejores, es normal también que muchos de ellos ya no quieran participar de estas agendas, sencillamente porque se han fatigado de la multiplicidad de citas.
Creo que en la escuela y en las familias nos hemos equivocado al querer hacer de nuestros estudiantes y de nuestros hijos los mejores del mundo y no los mejores para el mundo; la búsqueda del primer lugar es excluyente, elimina y deja a los demás como perdedores, sin opción; formar en la excelencia es incluyente, es una decisión personal que no depende de juicios de valor externos; los caminos de la excelencia convocan a otros, los reconocen y los alientan; la competencia por ser el mejor, el afán de ser el primero trae implícito elementos nada formativos para la vida, porque en ella misma los méritos son para los excelentes, mas no tanto para los mejores; ya mucho se ha repetido en la historia el hecho de que no siempre los primeros del aula han sido los mejores en la vida.
Formar para ser los mejores del mundo, educar para ser los primeros; se convierte en una competencia con los demás, implica eliminar al otro, conlleva en muchas ocasiones incluso a infringir la ley, la ética y los principios, hay que evitar a toda costa no ser el mejor porque seremos señalados de fracasados, de perdedores, en esta sociedad no hay espacio para el perdedor; hay que subir al podio venciendo toda adversidad y agotando todos los recursos.
Cuando se educan los mejores para el mundo, cuando se forma en la excelencia, no estamos estableciendo competencias con los demás, nos estamos haciendo competentes con nosotros mismos, no hay escalas comparativas, solamente hay seguimiento personal a los procesos de desarrollo; estamos contando con los demás para servirles y para que sean ellos mismos que testifiquen excelencia.
Mucho se ha dicho sobre la gran dificultad de los colombianos para hacer trabajo en equipo, al punto que se ha planteado esta insuficiencia como uno de los principales factores que han detenido los procesos de desarrollo nacional; pues bien, creo que en los planteamientos que dejo en este artículo hay buena parte de la explicación del fenómeno; educar para ser los mejores que es lo que recurrentemente hacemos, es un acto de egoísmo y de exclusión; formar los mejores para el mundo, es educar en la excelencia, es reconocer al otro y fomentar la solidaridad y el trabajo en equipo.
Ahí… dejo claro también que si en el camino de la excelencia, nos encontramos con el primer lugar, pues sencillamente lo asumimos y lo disfrutamos, nos dejamos contagiar por las emociones y compartimos gozos y alegrías; en todo caso si logramos la excelencia, esta habrá compensado todos nuestros esfuerzos y nos reconoceremos tan triunfadores como aquel que alcanzó el primer lugar y fue señalado como el mejor.
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