1 Reyes 8,41-43; Salmo 116; Gálatas 1,1-2. 6-10; Lucas 7,1-10
El regalo más grande que puedes recibir en tu vida es la fe. Ella te hace capaz de enfrentar la enfermedad, la vejez y la muerte. La fe te hace vivir en seguridad; nada te desespera, nada ni nadie te quita la paz.
En la Palabra de hoy escuchas que el Centurión romano tenía un criado enfermo y pide a Jesús que lo sane. Jesús decide ir a su casa. Lo que conmueve y despierta nuestra atención es la actitud del Centurión, quien envía unos amigos a decirle a Jesús: “Señor no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo”. Es una actitud de humildad. Reconoce en Jesús al que tiene el poder de sanar y, aunque como centurión tiene responsabilidad sobre algunos soldados y por lo mismo, poder sobre ellos —le digo a uno, ve y va; al otro ven y viene—, no impone “este poder”, sino que lo coloca al servicio del Maestro dándole la fuerza a su Palabra: “Di sólo una palabra y mi siervo quedará sano”.
El Centurión tiene fe en el Señor Jesús; por ella él no duda de su Palabra, sabe a quién le está haciendo la petición. Nosotros, muchas veces, dudamos y pedimos a Dios lo que necesitamos pero poniendo nuestra confianza y seguridad más en nosotros, en nuestros esfuerzos, en nuestras capacidades y en nuestros bienes. En realidad, al pedir “no creemos” que el Señor pueda colmar la medida de lo que pedimos. El mismo Jesús nos lo enseña: “Lo que pidan al Padre en mi nombre, Él se lo concederá”; pero también nos exhorta: “Lo que pasa es que ustedes no saben pedir como conviene”; porque “si tuvieras fe como un grano de mostaza dirías a una montaña muévete y ella se movería por el poder de la Palabra”.
Te animo a escuchar la Palabra del Señor. En muchas parroquias se está ofreciendo el curso bíblico y la posibilidad de escuchar permanentemente la Palabra del Señor. Un discípulo se forma escuchando, no hay otra manera. Te invito mañana lunes, 30 de mayo, a las 2:00 p.m. al Estadio para que escuchemos una Palabra que te ayudará; estaremos los hermanos unidos en el Espíritu, nos podremos confesar y celebraremos la Eucaristía. Será la gran oportunidad para ganar el Jubileo en este Año de la Misericordia y pedir juntos el aumento de nuestra fe. ¡Los esperamos!
Delegado Arquidiocesano para la Pastoral Vocacional y Movimientos Apostólicos
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