Le corresponde al Senado además de sus funciones constituyentes y legislativas, realizar control político y público, además del judicial y el electoral, sin dejar de mencionar lo que le atañe a la propia administración de la Institución, considerando siempre los principios contemplados en la Carta Magna. Esto se entiende, hoy más que nunca, en el reconocimiento de que se trata de una Corporación moderna, lo que la ha llevado a establecer 14 comisiones constitucionales. Una de ellas, la sexta, a la que pertenecen 13 senadores y 18 representantes a la Cámara, se ocupa de los temas relacionados con “las comunicaciones, las calamidades públicas, los servicios públicos; además de la investigación científica y tecnológica, transporte, turismo, educación y cultura”.
Y le corresponde a la academia producir conocimiento a partir de su fuero milenario de la autonomía y ser garante de la preservación del patrimonio científico y cultural de la nación colombiana. Conviene no olvidar (en lo que se insiste desde que aparecieron las universidades en los siglos XI [Bolonia], XII Sorbona y Oxford...) que la búsqueda de la verdad y del saber hay que hacerlo protegiendo a las universidades de las interferencias políticas.
Y me parece que una de las formas de proteger el principio autonómico es no perdiendo de vista el ejercicio de la libertad, el cual, a la larga, es un principio regulador al que no es posible renunciar, so pena de perder la esencia de lo que se es y de la conciencia histórica que cobija con su gran manto de sabiduría a la academia misma. Esto, para decir que la universidad tiene como su función misional fundamental la responsabilidad con el desarrollo social sostenible, lo que implica que sus investigaciones y su docencia deben permitir diseñar políticas públicas coherentes para acabar con la desigualdad y lograr equidad, justicia, inclusión y solidaridad.
Para el efecto (y esto que digo, con seguridad no es nada nuevo) la universidad debe asumir su compromiso con el propósito (también milenario) de ser una sociedad abierta, a partir de la cual debe ampliar y consolidar relaciones de cooperación con los gobiernos, las instituciones y las empresas, entre otros actores. De igual modo, debe estimular sus programas de formación de ciudadanos profesionales para que apoyen líneas de investigación conectadas con las realidades colombianas.
En este sentido, saludo con mucho agrado que el Senado actual continúe buscando (lo que viene haciendo desde principios del presente año) estrategias para hacer mejor su trabajo. Precisamente por esto, se firmó ayer, con la presencia del presidente del Senado, Luis Fernando Velasco Chaves y del también senador Carlos Felipe Mejía Mejía, un convenio marco de cooperación para fortalecer la Red de investigadores del Centro de investigaciones y altos estudios legislativos, RedCael, del Senado. Este acto protocolario de la firma que se hizo con algunas universidades del Sistema Universitario de Manizales, Suma, me parece una muy buena oportunidad para que nuestros profesores y nuestros estudiantes de los semilleros de investigación puedan coadyuvar con los debates técnicos fundamentados que deben darse en el Congreso de la República, con la idea de que allí se puedan fortalecer las políticas públicas que requiere este país para solucionar sus problemas y necesidades.
Esta propuesta es coherente con lo misional de las universidades en la medida en que en ellas confluyen el pensamiento y las actitudes razonables como factores clave para la formación de ciudadanos que serán vitales para transformar las condiciones sociales, económicas y políticas de nuestro país. Y parte de lo razonable es pensar que esta alianza con el Senado de la República servirá para fortalecer la cultura misma, que se construye y se preserva a partir del tríptico que conforman la ética, la estética y la ciencia.