El doctor Gustavo Robledo, ilustre ciudadano de Manizales y de Caldas, envió a este columnista un importante documento sobre el Aeropuerto del Café. Dice el doctor Robledo, que este mismo escrito fue transmitido a otras dos personas de este Departamento y Ciudad, considerando que eran las que en forma continuada se han constituido en voceros de este proyecto.
El doctor Robledo es un ingeniero como pocos en Colombia. Manizales y Caldas hace mucho tiempo están en mora de reconocer sus grandes iniciativas y realizaciones en pro de tan preclara región. Su imaginación y la velocidad de su mente, traducen a la realidad con rapidez sorprendente proyectos y realizaciones que sus conciudadanos apenas pueden entender años después.
La idea de un aeropuerto para Manizales y para Caldas surgió, hace más de treinta años, casi de repente, mirando y estudiando laderas y riscos expresados en un mapa de la geología regional. De pronto abscisas y coordenadas mostraron una colina que sobresalía sobre sus vecinos geológicos y que se prolongaba en sus cuatro puntos cardinales hasta el infinito. Un aeropuerto en bruto, oculto, brotó en el enjambre selvático, que por su altura y longitud, sin obstáculo alguno en su contorno estratégico, en el centro colombiano, superaba sus pares existentes.
Una oportunidad de tener un aeropuerto de esta naturaleza, situada en cualquier otra parte de Colombia, se apreciaría como un regalo de Dios y sería cuanto antes, puesto al servicio vecinal y naturalmente del país entero. Lamentablemente este bien celestial se produjo en un sitio habitado por generaciones cansadas y fatigadas, como si sus antepasados hubieran transmitido un cansancio que no tuvieron, al construir una ciudad en el sitio más bello y difícil de Colombia. Por eso ha fracasado el aeropuerto del café pese a sus brillantes antepasados.
Gustavo Robledo hace en su carta un recuento de lo que representa este aeropuerto no solo para la comarca caldense sino también para el país, por la feliz combinación de su localización, por la longitud de una pista en toda su extensión de metraje mayor a la de El Dorado de Bogotá, amén de su baja altura sobre el nivel del mar, que le permite transportar mayores cargas. Hace igualmente un estudio para mostrar las distancias más favorables posibles a lugares nacionales y del exterior.
Manizales es una ciudad encerrada con acceso por vía terrestre restringido, lejos de ser ameno. Los visitantes, al llamado Eje Cafetero no la tienen en cuenta y se concentran en Risaralda y el Quindío, departamentos que han ganado gran atracción como lugares turísticos. También están siendo miradas como sitios propicios para instalaciones industriales y centros comerciales por su excelente situación, con aeropuertos internacionales.
Manizales fue por muchos años distinguida desde su fundación por la calidad de sus gentes, por su señorío, por el amor a su tierra hasta hoy, por hacer de su ciudad un epicentro de producción y de intelectualidad de primera línea, siempre orgullosa de su raza y ancestros. Su geografía fue inspiración de su gente, la hizo sentir distinta y selecta.
Esta ha sido su historia hasta hace algún tiempo. Hoy registra batallas perdidas y lo peor, la invade la melancolía y la resignación. Sabiendo hasta la médula de sus huesos que necesita un aeropuerto, sine qua non, para comunicarse con el mundo y conquistar sus sueños de desarrollo, esta generación no alcanzó el combate final y archivó la salvación de su futuro. Su costo argüido por el gobierno nunca supera el de Bucaramanga y el de Medellín, aeropuertos imposibles en su época.
El desperdicio de su visionario Gustavo Robledo no tiene nombre. Como creador del aeropuerto del café cuyas condiciones de aeronavegación han sido calificadas como excelentes por las más acreditadas firmas, debiera ser el centro de gravedad de una comisión permanente integrada por lo más distinguido de la sociedad y de la clase política, hasta rendir la indiferencia estatal. O intentar otra clase de financiación. En el mundo hay mucho dinero ávido de proyectos ya sea como concesionarios o por el sistema APP. Pero no hay con quién.
Al doblar esta página como vocero de este estupendo proyecto que muere por la orfandad de gobernador, de alcalde, de clase política, de representación privada, durmientes todas en el mismo marasmo, también siento la angustia del derrotado. Una última reflexión. El suscrito encontró en una página de El Tiempo un ranking de ciudades colombianas por su valor catastral, en billones de pesos y que titula El "top" de los municipios que más valen: Bogotá $446 billones. Medellín $71,8. Cali $11,2. Cartagena $37,6. Barranquilla $29,2. Cúcuta $ 13,5. Pereira $12,4. Envigado $11,2. Santa Marta $9,8. Siguen en su orden otras varias ciudades. Manizales no aparece por parte alguna. Un olvido inexplicable del Agustín Codazzi. ¿Y de quién más?
* Este artículo fue escrito y recibido la semana pasada, antes de conocerse el memorando de entendimiento con el Gobierno Nacional sobre Aerocafé.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015