El regresar a la luz después de casi cien años de soledad es algo maravilloso, aunque cierta torpeza regrese consigo. Perdón por si alguna parte de esa torpeza sea compañera de esta columna.
Es un renacer sorprendente. Pocos países en el mundo tienen, como Colombia, la efervescencia adherida al acontecer de su vida. De repente, en la cumbre, con los mejores índices internacionales de desarrollo, según el presidente. Al día siguiente, al borde del abismo, el ministro de Hacienda dice tener un hueco de $12,5 billones en el presupuesto de la nación para el año 2015. Los impuestos al patrimonio y el cuatro por mil, que fenecerían este año se tendrán que extender al parecer indefinidamente. No estarán solos. Los acompañarán algunos pellizcos a la renta de los colombianos. Lo pregonado por el presidente en un ayer cercano tiende a descender.
En esas, el precio del petróleo, columna vertebral de la economía nacional, inicia una caída incontenible por exceso en el mercado, producto del mar de gas y petróleo descubierto en Estados Unidos, país que pronto será uno de los mayores exportadores de petróleo del mundo, cuando hasta ahora ha sido un gran importador. Inclusive del petróleo colombiano. Uno piensa que así las cosas, el hueco fiscal se convertiría en una caverna insondable.
Porque los ingresos por exportación de petróleo son vitales para el presupuesto nacional. Colombia ha sido por años un paciente casi incurable de la enfermedad holandesa.
Entendible entonces que en ese ambiente, sumado a su carácter imperante y huraño del súper ministro de Obras Públicas, produjera ese no tan tronante, respuesta al gerente del Aeropuerto del Café, que lo visitaba para pedir los recursos que permitieran continuar este proyecto, prometidos por el presidente, y sueño del Departamento de Caldas para salir al mundo.
Pero raro que estos hechos deprimentes no golpearan el ánimo del presidente Santos, quien en entrevista reciente para El Tiempo afirmó que la caída de los precios del petróleo no afecta a Colombia tanto como otros creen, porque los recursos minero-petroleros solo significan un 16% de los ingresos.
También para mayor confusión, el célebre ministro de Hacienda dijo en otro momento, que la situación no era tan grave porque lo prospectado para el 2015 seguía incólume ya que se había encontrado una platica que lo salvaría. En adelante Dios proveería.
Todo es confuso, porque los bajos precios petroleros para muchos, representan un duro golpe a la economía nacional. Pero para el célebre ministro esto no es tan grave. Según sus declaraciones, ingenuamente predice que el petróleo recuperará su precio de US$100 el barril, y que por ahora con solo US$85 tendría.
Regresando a la entrevista con el súper ministro Vargas Lleras a nuestro gerente del aeropuerto, no le fue tan mal. No encontró los recursos que buscaba pero fue compensado por lo alto. En un momento dado fue ungido como segundo del más poderoso súper ministerio, que tiene a su cargo las obras públicas del país colombiano, entre otras, la construcción del Aeropuerto del Café.
Parece que con este nombramiento el viento favorece el tan nombrado aeropuerto. El magno súper ministro en cuyas manos estamos, dijo en su última visita a Manizales, acompañado por su brillante viceministro, según LA PATRIA, que esta obra es viable y necesaria, y que un esfuerzo ante el ministro de Hacienda era necesario para que destine recursos y despeje de una vez por todas el futuro de esta inversión.
Esta columna felicita al distinguido amigo Luis Fernando Mejía por la excelente posición que merece por sus excepcionales condiciones de profesional honesto y eficiente.
Los habitantes de esta región del país tienen que preguntarles a sus voceros políticos y administrativos dónde estaban, porque este departamento no fue el único donde la votación para presidente fue inferior a la cumbre donde se repartían las mermeladas.
Lamentable esta sumisión que hasta el momento, solo deja como residuo de un esfuerzo magno, el sobre nombre de Aeroelefante como lo recordó la revista Semana.
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