Insiste el presidente Santos en amenazar a los colombianos con que si llega a ganar el No en el plebiscito, las Farc se devolverán a la selva y el país quedará entonces nuevamente en guerra. Y que se habrán perdido, además, cuatro años de valiosísimo trabajo durante los cuales se logró pacificar el país y obtener unas dádivas inconmensurables de los terroristas a quienes les tenemos que quedar eternamente agradecidos. ¡Qué tal!
¿Qué sentido tiene llegar a unas votaciones donde de antemano se nos advierte que el resultado solo puede ser el Sí, porque de lo contrario vendrá el caos y la perdición? ¿Tiene alguna lógica que se someta al pueblo a elegir entre un Sí, que significa entregarle el país entero a las Farc y arrodillarnos a su voluntad; y un No, que de antemano para el propio Gobierno es la justificación de la continuidad de las operaciones terroristas?
Es decir: con el Sí perdemos los colombianos porque quedará en riesgo nuestra democracia, nuestra justicia, nuestros órganos legislativos y nuestras libertades individuales; y con el No, también perdemos porque quedaremos en estado de guerra total y definitiva, contra un enemigo que tiene la anuencia del propio Gobierno. ¿Es esto democracia, justicia y paz? ¿Entonces cuáles son las opciones el 2 de octubre? ¿El apoyo a unos acuerdos llenos de sumisión, declinación y dádivas indecorosas; o la legitimación del terrorismo como ente organizado, poderoso e indestronable?
Realmente es un evento democrático de una sola vía, lleno de amenazas, advertencias, temeridad y sometimiento; son unas votaciones donde los colombianos de bien lo damos todo a favor de unos pocos asesinos, pero éstos solo se comprometen con expectativas de venganza y terror en caso de perder. Es como si nos dijeran las Farc: voten por nosotros, legitímennos, otórguennos el poder y la impunidad porque, de lo contrario, los seguiremos secuestrando, mutilando, acribillando y asesinando. ¿Cuál es la voluntad de paz, si con la sola posibilidad de que gane el No (que no sería más que la apertura a replantear algunos aspectos de los acuerdos), las Farc amenazan con seguir en la guerra y manchando sus fusiles con la sangre de colombianos inocentes?
¿Cuál es la voluntad de paz si las Farc, en su primer evento democrático, llegan armados, amenazando de muerte a sus contradictores y cercenando los derechos de sus rivales? ¿Qué podemos esperar de una nueva agrupación política basada en la fuerza bruta, en las armas no entregadas, en los dineros del narcotráfico, la extorsión y el terrorismo, y con secuestrados en sus manos y niños reclutados en sus filas?
La libertad es la base de la democracia. Y la paz es la meta de todos los colombianos. Pero, tristemente, no le podemos creer a una paz fundada en la mentira, la coacción, el secuestro, la amenaza y la pérdida de esa libertad. Basta ver la intolerancia de muchos seguidores del Sí; tratar de dialogar con ellos es un imposible porque parten de insultos, descalificaciones, vituperios y denuestos, haciendo gala de una violencia verbal y una intemperancia solo comparable con la de aquellos antitaurinos que, paradójicamente, matarían a unos cuantos taurófilos para manifestar su oposición a la violencia en los toros.
El proceso de La Habana se redujo a acuerdos leoninos entre un gobierno desleal y unos terroristas despiadados. ¿Cree Usted en este Gobierno? ¿Cree Usted en los terroristas? Si la respuesta es Sí, ya sabe cómo votar el plebiscito. Y si la respuesta es No, pues también lo sabe. Lo cierto es que con el Sí, estaremos legitimando a los terroristas y cohonestando su cinismo, su crueldad y su soberbia; es decir, votaremos a favor de quedar legalmente subyugados a seres despiadados que no han sabido dar una sola muestra de arrepentimiento. Con el No -así sea casi un imposible que se imponga- al menos quedará nuestra conciencia tranquila de haber votado en contra de quienes le han causado tanto mal a Colombia, y que parecen planear su desplome por las vías de la imposición de un sistema comunistoide probadamente catastrófico.
Y a propósito de la intolerancia, recibo también insultos y amenazas en mi correo titepava@gmail.com
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