La indignación es total. Los caldenses estamos pasando por una de las peores etapas de la historia gracias a nuestra resignación, pusilanimidad, cobardía, egoísmo e indolencia. Antes que una lucha efectiva por lo nuestro, nos ha podido más la envidia y el ánimo de ver destruidos a nuestros semejantes; la ambición personal por encima del bien común; la idolatría a momos que posan de salvadores; la genuflexión ante seudo líderes que solo han sacado provecho individual; y el temor ante los poderes políticos nacionales que nos engañan año tras año en contubernio con quienes dicen haber liderado los grandes proyectos del departamento.
¿Y qué tenemos? ¡Nada! Desilusiones y desengaños. Retraso y parálisis económica y un desarrollo en el papel que sirve mucho para el proselitismo, pero poco para afrontar la realidad.
Por eso me uno a la voz de protesta sentada por el senador Carlos Felipe Mejía Mejía en relación con el engaño al que nos vimos sometidos los caldenses por el señor presidente Juan Manuel Santos Calderón. Repito: ¡qué indignación! No hace menos de un año teníamos a un presidente candidato en Manizales manifestando su compromiso indeclinable con el proyecto del Aeropuerto del Café, y una estela de áulicos replicando sus promesas como estandarte de campaña reeleccionista. No hace menos de un año se anunciaban las grandes obras como prioridad de un presidente que le debía mucho a Caldas. Y hoy nos ha tirado al cesto de la basura. Hoy nos desprecia, nos desestima, nos disminuye el presupuesto, nos insulta con su apatía y nos trata como parias. ¡Qué tal!
Pero esta vez es peor. Ante esa voz solitaria del senador Mejía, algunos líderes gremiales solo atinan a pedirle mesura y silencio para no incomodar al monarca que hoy nos mira con desdén.
Hoy vemos al Gobierno Nacional desinformado, apático, indolente y esquivo en relación con Aerocafé. Dineros ha habido para los aeropuertos vecinos, y al nuestro le han negado hasta los que por derecho propio se había ganado. Hoy Simón Gaviria (a quien como pereirano no le conviene que su vecino caldense se desarrolle y crezca) dice que, en la práctica, el aeropuerto es un proyecto que tiene que empezar de ceros. Es decir, que las décadas que llevamos con la ilusión de tener ese polo de desarrollo que significa el Aeropuerto del Café, se perdieron en el escritorio de un Presidente retaliativo y vengador, y de un Director Nacional de Planeación que nos relega al más inaccesible entrepaño de su archivo para privarnos de los recursos que requerimos.
Pero en medio de todo este insulto del Gobierno Nacional hay algo en lo que el señor Gaviria tiene razón y que transcribo de la noticia de LA PATRIA: "Indicó que esos estudios no se realizaron antes de empezar la obra, como se debería", refiriéndose a los estudios del Aeropuerto del Café. ¡Sí! Esos estudios iniciales fueron irresponsables, mediocres y ligeros. De ahí que se haya tenido la necesidad de invertir en el año 2013 más de $4.700 millones en otros cuyos resultados fueron alentadores y que significaron el renacimiento del proyecto que hoy pretende enterrar el gobierno Santos. ¿Y qué ha pasado con los responsables de esos estudios iniciales, sobre los que se basaron las obras desarrolladas en Palestina? ¡Nada! Tal vez porque esos responsables son los mismos intocables que levantaron la cortina de humo con la que encartaron a decenas de personas inocentes, para pasar ellos desapercibidos e incólumes ante la sociedad y la justicia. Pero el día les llegará… y ellos saben que no está muy lejano.
Caldas tiene que reaccionar con valor, con civismo, con verraquera; Caldas tiene que protestar unida ante el tratamiento de quinta que nos está dando el Gobierno Santos. Y lo tenemos que hacer, no de la mano de esos seudo líderes gremiales que permanecen apoltronados lamiéndose mutuamente sus peladuras; ¡no! Lo tenemos que hacer con movimientos cívicos de verdad al que se una la clase política y el pueblo que sufre el desprecio, y que cada vez se ve más pobre e impotente ante el país y el mundo. ¡Proponga, senador Mejía!
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