La “retención” de Salud Hernández el sábado pasado (para hablarlo en el lenguaje connivente del presidente), tiene indignada a gran parte del país. Y la posterior “retención” de los periodistas de RCN que trataban de cubrir este abominable hecho, acabó de exacerbar los ánimos de los colombianos que no están silenciados por la mermelada presidencial. Definitivamente hemos vuelto a los tiempos del silencio, de la represión armada y de la dominación terrorista y criminal.
Y la incoherencia del presidente Santos no puede ser mayor. Primero, porque sus intervenciones han sido para excusar por anticipado a los terroristas y excluirlos de cualquier responsabilidad. (¡Habrase visto!) Y segundo, porque ante la insistencia de quienes creemos que Salud Hernández se encuentra secuestrada, dice tener información, de una fuente fidedigna, de que se encuentra aislada realizando una labor periodística por su propia voluntad (aunque, dice también, que hay que esperar a confirmarla: ¡qué fidelidad la de la fuente!); pero a renglón seguido ofrece una recompensa de cien millones de pesos a quien dé información sobre el paradero de Salud y los periodistas de RCN. ¿Alguien entiende?
Para el presidente Santos es normal que Salud Hernández se haya internado en las selvas colombianas sin dar aviso alguno a familiares o amigos; como lo es también que no se preocupe por enviar alguna señal de que se encuentra trabajando, al menos para que cesen los escándalos y se apacigüe la indignación. Nada raro sería entonces que, producto de tanta incoherencia, resultara Salud Hernández acusada de enlistarse en las filas de los grupos terroristas, o encartada judicialmente por haberse ido a trabajar en una zona presumiblemente reservada para el solaz de las Farc, el Eln y las Bacrim. Repito: nada raro sería. Porque, en últimas, parece que para el presidente, quienes cometieron un error fueron Salud Hernández y los periodistas secuestrados, por haberse atrevido a violar la “soberanía” que tácitamente le ha dado el Gobierno Nacional a los grupos terroristas en vastos territorios colombianos.
Hay algo que tampoco entendemos: la comunicación del Gobierno Nacional y los terroristas es fluida, constante y permanente. De ahí que sepan dónde se encuentran, cómo se mueven, a qué requerimientos ceder y qué territorios despejar. Si no fuera así, hubiera sido imposible disponer de los mecanismos para trasladar a los cabecillas delincuentes a La Habana o para dialogar secretamente y terminar cediendo a sus exigencias. Pero ahora resulta que es imposible comunicarse con ellos y exigir la liberación de los periodistas secuestrados; ahora resulta que no tiene forma de contactarlos porque están en una zona donde la señal de celular no tiene cobertura. ¡Nos creen estúpidos!
Y hay algo más grave: parece que el territorio donde se encuentra Salud Hernández es una isla en la cual no existe presencia del Estado, y donde los ciudadanos colombianos requerimos de permisos especiales para poder transitarla. ¡Pobre Colombia!
Definitivamente parece que los mamertos que suelen amenazar a quienes escribimos sin las ataduras de la mermelada tienen razón: Las Farc y demás grupos terroristas no necesitan luchar para tomarse el poder, porque ya lo tienen a través del presidente Santos. El terrorismo no requiere defensores ante la justicia colombiana, porque ya los tienen en el Gobierno Nacional. Los criminales farianos, elenos y sus disidencias no necesitan voceros, porque ya los tienen en el poder ejecutivo de Colombia. Mientras tanto, solo nos queda esperar que la vida de Salud Hernández y los demás periodistas sean respetadas y los devuelvan pronto a la libertad. Para los colombianos de bien, este secuestro nunca será normal, ni aceptable, ni perdonable. Y menos para la prensa internacional que se está viendo mancillada, irrespetada y aniquilada.
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La Asamblea de Caldas le ha pedido al Secretario de Hacienda que le entregue los estudios técnicos que soportan la decisión de una posible apertura de fronteras de licores con el departamento de Antioquia, y éste ha terminado admitiendo que no existen. Otra razón más para insistir ante el Gobernador que antes de tomar la decisión, acuda a soportes técnicos, financieros y comerciales que eviten la violación del equilibrio comercial y la desaparición del Aguardiente Cristal del mercado caldense. Aquí cualquier improvisación es fatal para la ILC.
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