En años remotos las listas para elegir nuestros representantes en los concejos municipales y asambleas departamentales iban encabezadas indefectiblemente por los líderes políticos regionales, quienes también encabezaban las listas de las cámaras. Se trataba de una hegemonía regional dentro de la cual los “dueños” de los partidos resultaban electos en un gran número de corporaciones, asumiendo solo en la de mayor relevancia y renunciando a las demás para que lo reemplazaran sus suplentes y, de ahí para abajo, los siguientes en las listas respectivas.
Con la evolución de la política y el incremento cultural del electorado, este sistema se abolió y surgieron entonces los candidatos con identidad propia que presentan sus nombres ante el pueblo y, mediante la exposición de ideas, proyectos y propósitos se ganan su favor y resultan entonces elegidos en las diferentes corporaciones públicas.
Con esto se pretende depurar la calidad de los candidatos y premiar a los más capaces con el voto popular para que, en representación de la sociedad, engrandezcan estas corporaciones y las conviertan en verdaderos foros democráticos donde se debatan ideas y se ejerza el necesario control político a las administraciones de turno.
Por eso causa escozor y hasta molestia que el Centro Democrático presente listas cerradas a Concejo y Asamblea, en lo que se podría considerar como un retroceso en la actividad política y tal vez una falta de respeto con el electorado. ¿Por qué? Pues porque considerar que con tan solo la sombra de Uribe el elector debe creer en las capacidades de los candidatos y en su formación y estructura para representar a la sociedad, es creer que ese electorado es estúpido, inconsciente, limitado mental o carente de criterio propio.
El hecho de que el Centro Democrático en Caldas haya desestimado la participación en sus listas de grandes hombres con reconocimiento, capacidades, aptitudes, desenvolvimiento comercial, político y económico, y haya preferido un gran número de desconocidos que poco o nada tienen de experiencia o bagaje cultural, académico o profesional (pero mucho de politiquería y demagogia), nos indica que solo le interesa el aglutinamiento del poder para unos pocos sin miramientos del beneficio colectivo. Significa que el partido está involucionando en las costumbres políticas con la penetración de incapaces en corporaciones que necesitan del concurso de personas hábiles, y cuyo reconocimiento individual sea carta de garantía para los representados.
Se entiende que el Centro Democrático necesita votos; pero el pueblo necesita gente apta. Que el partido necesita manzanillos para que hagan el trabajo electorero; pero el pueblo necesita propuestas. Que el partido necesita mensajeros y consuetas; pero el pueblo necesita personas capacitadas para que ejerzan el control político. Que el partido necesita culebreros que vendan ilusiones; pero el pueblo necesita personas capacitadas en las corporaciones públicas. Que el partido necesita estafetas; pero el pueblo necesita personas con experiencia que tomen decisiones autónomas encaminadas a enderezar su futuro.
¿Cuántos ciudadanos conocen la composición real de las listas del Centro Democrático al Concejo de Manizales y a la Asamblea de Caldas? ¿Tendrán los suficientes méritos para representar con eficiencia al pueblo, si pasan de agache por el escrutinio popular? ¿Qué bagaje tienen, qué experiencia ofrecen, y qué aportes reales pueden entregar? Entiendo que las cabezas de lista son personas con alguna experiencia en las lides de su corporación respectiva pero, ¿los demás? ¿El orden interno obedecerá a verdaderas capacidades intelectuales, morales y académicas? Sinceramente lo dudo. Por ejemplo: con la ubicación en el segundo renglón de la lista para la Asamblea de Caldas del niño Nicolás Aguilar, las esperanzas quedan perdidas. Porque si para elegir a uno de los miembros de posición inferior, tengo que votar por el más politiquero, felón y manzanillo, mejor me abstengo de votar por esa lista y escojo otro de los candidatos que sí haya tenido el valor de exponer su nombre, prestigio y persona, independientemente del partido que represente. Porque este último sí me permite profundizar en sus capacidades individuales, y no tiene que abusar de la figura presidencial que ninguna incidencia tendrá en su ejercicio dentro de la corporación.
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