Con el Auto 00224 de mayo 15 de 2015 emanado de la Contraloría General de la República, por medio del cual se surte un grado de consulta y se archiva definitivamente el proceso de responsabilidad fiscal en contra de Mario Aristizábal Muñoz y otros actores, queda una vez más en evidencia la irresponsabilidad con la que actúa la Corporación Cívica de Caldas, y el grado de visceralidad con la que destruyen personas y entidades motivadas en la animadversión de sus directivas.
La CCC ha caído demasiado bajo. Cuando Patricia del Pilar Ruiz, obedeciendo las órdenes de Cristina López de Saffón, Luis Fernando Franco Acevedo y demás directivas, se empeñó en perseguir implacablemente al entonces gobernador Aristizábal, no dudó en acudir a todas las perversiones, a todas las versiones amañadas y a todas las verdades a medias para despedazarlo y manejar sus influencias (y las de sus patrones), y en mover los hilos que desencadenarían en la suspensión del mencionado Gobernador. Y entonces, ¡qué fiesta la que armaron en la CCC! Se saciaron en la víctima y expusieron su cabeza como demostración de poder y suficiencia omnipotente.
Pero con el daño ocasionado al Gobernador, a su familia y a su entorno se llevaban al traste la credibilidad del departamento de Caldas; y el prestigio que todavía teníamos quedó totalmente fracturado. Aún recuerdo cómo sacaban pecho en los medios nacionales fustigando con ínfulas de autoridad irrebatible al Gobernador y fraccionando las investigaciones para que no alcanzaran a tocar a su amigo, corporado y protector, Emilio Echeverri Mejía, aliado indiscutible de ellos desde su cargo como asesor de la contralora general Morelli.
En aquel entonces, Ruiz declaró en la W Radio que propendía por la pulcritud en el manejo de lo público y que por eso denunciaba, sin estar improvisando, las supuestas irregularidades cometidas por Aristizábal, su enemigo personal. ¿Qué tendrá para decir hoy cuando la misma Contraloría ha archivado el proceso en última y definitiva instancia, y ha quedado demostrada la inocencia de Aristizábal? Seguramente nada, porque no tiene vergüenza, ni decencia, como lo ha demostrado guardando silencio cómplice durante años ante delitos evidentes cometidos por sus aliados, y como tampoco se ha dignado pronunciarse ante la "pulcritud" de su amigo y compañero, Luis Fernando Franco Acevedo, en la gerencia de Inficaldas quien usa y abusa de su poder y está ya en la mira de la Contraloría y la Procuraduría. ¿Ruiz ya no propende por la pulcritud en el manejo de lo público? ¿O es que por ser ellos quienes cometen los abusos, esos comportamientos se vuelven decentes?
Lo más curioso de todo es que a los protagonistas de esa persecución y quienes blandieron la bandera de la moral, la transparencia, la ética, la pulcritud y la limpieza, resultaron premiados con cargos donde se manejan millonarios recursos y hoy resultan cuestionados por sus comportamientos en sus respectivos cargos: A Franco Acevedo por la puerta giratoria que montó en Inficaldas y que la propia Contraloría General encuentra motivo para darle traslado a la Procuraduría por detectar inhabilidades e incompatibilidades que no son más que violaciones legales. Y a Ruiz Vera porque desde su inocuo ejercicio como Secretaria de Desarrollo Económico ha demostrado su ineptitud administrativa y se ha evidenciado que, antes que hacer o ejercer su cargo con responsabilidad, ha desviado millonarios recursos hacia convenios interadministrativos con entidades manejadas por sus amigos y aliados, y se ha abstenido de afrontar con efectividad las responsabilidades propias de su cargo.
Y ante todo esto, ¿quién responde? ¿Quién asumirá las consecuencias por el inmenso daño causado a nuestro Departamento y por el desprestigio al que nos vimos sometidos por la irresponsabilidad de la fatídica CCC? ¿Quién responde por tantos años perdidos, desperdiciados y dilapidados, y por esa mala imagen que nos causaron las acusaciones infundadas? Si algo de vergüenza les queda a Ruiz y Franco, deberían renunciar a sus cargos en la administración departamental, pues no son dignos de representarnos cuando han sido parte fundamental de nuestra situación paquidérmica actual.
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