A medida que pasa el tiempo el proyecto del Aeropuerto del Café se va viendo con menos posibilidades y lo van rodeando más enemigos. Es una lástima que esta región haya perdido su liderazgo y se encuentre hoy en un estado lánguido teniendo que mendigar cada peso al que se aspire del Gobierno Nacional. Nos irrespetan, nos dan caramelo, nos niegan las oportunidades, nos esquivan y terminan resbalándose en un mar de disculpas y dilaciones para luego solazarse con nuestra desdicha.
Cada nuevo estudio, cada nuevo concepto, cada nuevo aplazamiento, cada nueva declaración del Gobierno, apuntan a complicar más las cosas y a poner nuevas cortapisas en este anhelado polo de desarrollo. Y, lo malo, es que la clase política nuestra está arrodillada a los quereres del presidente Santos y, por ende, lesionan lo que él quiera lesionar y guardan silencio cómplice ante este tratamiento de quinta que nos dan.
Y de la clase gremial ni hablemos. Nadie con menos autoridad moral que Gilberto Saffón Arango para reclamar algo sobre Aerocafé. Un hombre que estuvo al frente del proyecto durante más de veinte años, y por cuya dirección pasaron las determinaciones más importantes y que originaron los problemas técnicos, económicos, ambientales y demás aspectos de los que hoy se aferran para dilatar la construcción, no puede reclamar nada ni puede aspirar a volver a apoderarse de esta obra.
Debería más bien alejarse definitivamente y dejar que lleguen nuevas manos (limpias, transparentes e incuestionables) para darle el impulso que se requiere. Porque mientras persistan en encabezar el proyecto quienes ya fracasaron en él y lo llevaron al borde del desastre, los escollos serán cada vez peores; porque mientras en Caldas las posibilidades de crecer dependan de un Comité de Gremios liderado por los mismos que han abusado sin compasión de cuantiosos dineros públicos y privados, y se sientan con el derecho de pasar incólumes ante la justicia y la sociedad, seguiremos estancados y con inmensas probabilidades de retroceder.
Aerocafé necesita claridad. Este proyecto está contaminado desde su nacimiento; y la impunidad fincada en la mediocridad de la justicia y el tráfico de influencias lo han acabado de torpedear. Lo que tenemos que hacer es llamar a los verdaderos responsables de tanto yerro para dejar en claro qué pasó de verdad, dónde se originó el desastre, cuáles son sus nombres y cuáles son las soluciones. Porque si hay algo que tiene en vilo la construcción de nuestro Aeropuerto es todo lo que se ha ocultado durante años para proteger una clase social y gremial corrupta, dictatorial y abusiva. Tal vez la única forma de darle un aire nuevo al Aeropuerto es mediante el conocimiento de la verdad entera que, aunque introduciría nuevos actores en un escenario que han falseado hasta la saciedad, nos permitiría adoptar soluciones radicales, precisas y definitivas. Si esto no se hace seguramente el Aeropuerto seguirá eternamente en vilo.
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Alejandro Samper, columnista del diario LA PATRIA, dice haberme visto en la marcha del pasado 13 de diciembre, en una postura firme y con la mano en el corazón. Seguramente sí era yo reclamando con firmeza paz sin impunidad. Lo que sí me pareció muy curioso es haber visto a un personaje con una pancarta que en un lado decía: "Dejen en paz a los corruptos gremiales", y por el otro: "Viva la Corporación Cívica de Caldas". El parecido de dicho personaje con el columnista Samper era asombroso, pero me negué a creer que fuera él, pues nada tenía que estar haciendo en una marcha donde se reclamaba el castigo para los delincuentes, cuando ha sido el mayor defensor de los causantes de la debacle económica y social de Caldas, y se encuentra enteramente a su servicio. Pero entonces parece que sí era y me disculpo por no haberme acercado a saludarlo. ¡Qué pena, Alejo. En otra ocasión no me dejaré llevar por las apariencias!
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