Lumièradas
John.giraldo.herrera@gmail.com
Hace mucho más de 100 años los hermanos Lumiére, precursores del cine espectáculo, asombraron a los espectadores mostrando un tren que se creyó podía salir de la pantalla, entonces, la reacción fue salir y esquivar el posible descarrilamiento. Luego fue el director de cine Luis Buñuel quien imprimiera ese tono agresivo de rasgar el ojo, para intimidar al público, en el corto surrealista Un perro andaluz. Ambos hechos sitúan momentos emblemáticos del cine. De manera que habrá que inscribir otro: el de la empolvada y el de la sensación del ojo sucio (también los pulmones) luego del inicio de la película La sombra y la tierra dirigida por César Augusto Acevedo, ganador de tres premios en Cannes.
Ningún espectador podrá olvidar, que luego de presenciar esta película, la molestia y el daño del polvo en cenizas de la quema de caña de azúcar, nos abruma, nos pesa, nos genera una sensación de carga y ya no podemos evitarlo. Se trata de una película donde un personaje natural, cobra vida y muerte: unas cenizas se esparcen, obtienen una forma de agresión igual a la de una plaga. Pero no es aislada ni producida por la naturaleza, viene dada por la mano criminal de quienes agencian el negocio a destajo de la caña de azúcar. Esa misma que ha propiciado la panela. Un alimento fundamental en la nutrición de Colombia y otros países de Latinoamérica.
No obstante, los monocultivos de caña han deteriorado por completo un paisaje, al tiempo desterrado a personas de sus lugares, como también en pleno siglo XXI, demuestran unas relaciones de trabajo precarias, esclavistas, en la que el ser humano pierde su dignidad y es torpeado a tal punto de no valer nada. Estamos ante una película con unos efectos muy marcados, se narra de modo lento, con unos planos muy abiertos, donde estamos entre la intimidad de una familia, pero sentimos el aislamiento, hay un modo de la confinación tan grave, que podemos sufrir desesperación. Además, las relaciones entre esa familia son distantes. El amor es lejano y solo queda un tiempo para el trabajo, que colma y sume a todos en una condición muy frustrante.
La tierra y la sombra muestra una situación difícil: Colombia negada en el campo mediático. Es una metáfora de lo avasallante de las multinacionales y es un relato de resistencia en medio de un mundo global, cuya tendencia es la de estandarizar, incluso a los seres humanos. De los aspectos más significativos es la de poder ver esos rostros de los trabajadores: se encuentran ajados, curtidos por el tiempo, las inclemencias de un trabajo hostil y de una forma de vida denigrante. Los corteros asumen la vida en medio de machetes, una caña igual de peligrosa al tocarse por lo filosa, y un territorio marcado por la sombra, esa macha de ceniza que va acabando con sus vidas. Les taladra todo su sistema respiratorio y colapsan.
No hay estado ni gobierno, es un sitio donde reina la esclavitud. Las esperanzas cesaron, el trabajo es lo apremiante, pero no pagan el salario justo ni a tiempo, despiden a los trabajadores por poco rendimiento. Es un contexto controlado por una máquina, un poder en apariencia invisible, no tiene presencia, y se expresa a través de un peón, que dictamina las sentencias. Esa Colombia, es de los márgenes, no se le presta atención, va acabándose a solas, en hospitales donde tampoco sirven a las personas, ni atienden su salud.
La película cuenta la historia de alguien que retorna a un lugar que abandonó. Eran sus tierras, y allí vive su hijo con su familia, y su esposa. Su hijo yace moribundo por las consecuencias de la ceniza, su esposa hermética, es quien ha sobrevivido a sus sueños: no perder un espacio en medio de una multinacional que se los tragó. El que llega de nuevo, va por la enfermedad de su hijo, y también vive como si estuviera en un lugar desconocido. El confinamiento de la familia medio respira con un frondoso árbol, donde esperan la llegada de los pájaros. Y hay unos sueños por allí muy escondidos, de un lugar añorado, con un caballo, que parece tener un encanto, como el que antes fue en esas tierras.
Al ver la película no queda otra escapatoria, la ceniza ha hecho añicos nuestros sentidos. La trama asombra como la salida del tren, y rasguña el ojo como el corto de Buñuel, además produce un estado de malestar, de indignación, nos duele, porque hemos quedado empolvados, los pulmones a medio respirar y una sombra que permanecerá.
Quedamos al borde del abismo, y sabemos que la condición de vida de estas personascontinúa. La tierra se les perdió y los ha tragado, la sombra amenaza.
Ficha técnica
Año: 2015
País: Colombia
Duración: 94 minutos
Director y guion: César Augusto Acevedo
Fotografía: Mateo Guzmán Sánchez
Música: Roberto Espinoza
Actores: José Felipe Cárdenas, Haimer Leal, Edison Raigosa, Hilda Ruiz, Marleyda Soto
Productora: Coproducción Colombia-Francia-Holanda-Chile-Brasil; Burning Blue / Ciné-Sud Promotion / Preta Portê Filmes / Topkapi Films
Género: Drama
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