Sabiamente se dice que el grado de civilización de una sociedad se mide por la forma como trata a sus niños, no se agota la capacidad de asombro al mirar o escuchar en forma recurrente por los diferentes medios informativos escalofriantes titulares sobre las infamias que se cometen contra ellos; no logro entender lo que es brutalmente incomprensible para una mente normal, hechos monstruosos que nos hacen pensar cuán distantes estamos de considerarnos civilizados, cuál fundamento nos asiste para tildar a los animales como irracionales, cuando muchas veces observamos en ellos conductas más acordes con lo que debe ser el accionar de los que nos denominamos humanos; basta mirar el celo entre tierno y rabioso de una hembra con sus cachorros, cuando alguien pretende acercarse a ellos.
La horrenda tragedia en un barrio de Bogotá ocurrida a finales del año anterior, donde cuatro niños mártires que, calladamente, porque aun se ignora desde cuando fueron víctimas de abusos y torturas, entre ellos una bebecita de solo 17 meses golpeada, quemada y abusada, congela la sangre; me pregunto si es sano y conveniente escribir sobre algo que nos afecte tanto y concluyo que sí lo es, porque los medios informativos registran estos monstruosos episodios, pero todo se vuelve tan cotidiano y "normal" que la gente ya ni siente; por ello hay que hurgar profundo en el alma hasta sacudirla y despertarla, acercarnos emocionalmente a esos pequeños para sentir su dolor como propio.
Resulta increíble aceptar la existencia de niños esclavos, la Fundación Walk Free, una ONG de Derechos Humanos australiana en su 2º índice global sobre esclavitud estima en 35,8 millones el número de personas sometidas a esta condición (incluidos niños) trabajo forzoso sin pago, prostitución, trabajadores domésticos sin acceso a la educación. El trabajo infantil es la más aberrante forma de esclavitud moderna.
La desaparición de menores en Caldono (Cauca) es otro delito atroz, niños de escasos 8, 13 y 14 años han sido secuestrados para insertarlos en las filas guerrilleras, les han arrebatado abruptamente su derecho a la infancia, convirtiéndolos en carne de cañón de una guerra absurda que no se inventaron ni comprenden.
No terminan los vejámenes, el Instituto Nacional de Salud informa que en el 2014 murieron en el país 240 niños menores de 5 años por desnutrición severa, 45% de los casos se concentra en la Costa Atlántica y la población indígena es la más afectada con 37% de los registros; estas cifras alarman y entristecen pues bien sabemos que esa condición afecta su salud, educación y supervivencia, aumenta las posibilidades de padecer graves enfermedades, retraso en el desarrollo físico y verse obligados a abandonar la escuela; la desnutrición y sus dolorosas secuelas han permitido establecer que en Colombia los niños más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de cumplir 5 años.
¡Por Dios, todo el mundo está desquiciado y en contra de esos seres indefensos!, la cobarde y monstruosa arremetida talibán con saldo de 132 niños muertos nos destroza el alma y bloquea los sentidos, seguramente en este momento ese hecho ya constituye un viejo titular de final del 2014. Tengo vivo en el recuerdo cuando hace algunos años la Sociedad Colombiana de Pediatría denominó los abusos y maltratos contra los niños como los "funerales del amor", a ello estamos asistiendo y…nos creemos civilizados, ¡qué triste!
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