Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Que previsible lo que está pasando con el Once Caldas. Solo unos cuantos ilusos pensaron que el camino afortunado era el cambio de técnico, y que con eso era suficiente para recuperar el protagonismo del campeonato anterior, terceros contra todos los pronósticos.
Poco sabia, y una presunción de poder que no conduce a nada, la determinación de forzar la salida de un entrenador a mitad de torneo, abortando por anticipado una campaña que pese a las dificultades mantenía al equipo cerca de la clasificación.
Equivocado, como lo fue en el armado del grupo, con Flabio había posibilidades, porque la verdad ahora quedó menos, con un encargado que no transmite emociones, que no genera confianza, y sin recorrido como para reclamar una oportunidad a futuro.
La jauría se dio gusto, y el afectado fue el Once Caldas. Lo que pudo terminar con decoro, está cerrando como el oso del año, dejando al descubierto las flaquezas de jugadores que en algunos casos no se entiende cómo se hacen llamar profesionales.
Delanteros que marcan goles solo de penalti, los hay también impecables en su presentación que nunca tiran al arco, y otros que no son capaces de un desborde, o de sostener la pelota cuando menos, siendo ese el menú futbolero de casa.
Unos más, con caras de fiera que son ‘gatitos’ en zona de recuperación, el armado en manos de un jugador de micro, cero soluciones entre los suplentes, y cuatro argentinos tomando mate en la tribuna, disfrutando los placeres de vivir en Manizales.
Pobre panorama que exige decisiones directivas de presión con seis partidos por delante, porque da la sensación de que es tanta la comodidad que ya no hay dolientes, y que aquí hasta los propios futbolistas asumieron que Flabio era el responsable, y listo.
Muy poco han hecho por la dignidad y el respeto del club, a sabiendas de que se les cumple, y que son los únicos que pueden darle un vuelco al mal momento, jugándose inclusive su propio mañana, independiente de que tengan contratos a largo plazo.
El diagnóstico es claro, por culpa de Flabio y de quienes tomaron la decisión de traer a cuanto desocupado ofrecieron, el Once Caldas tiene un problema mayúsculo por resolver, y tiene que ver con esas vinculaciones laborales difíciles de cortar.
Pero Pineda y compañía no pueden pensar que baste con nombrar un nuevo orientador sosteniendo el tendido, como ha trascendido extraoficialmente, advirtiendo cierto temor por el descontrol que origina una plantilla amarrada por asuntos contractuales.
Hay que saber negociar, y en ese sentido algunos de los que están a su lado deben aportar más que los y aplausos a sus actos, para que haya gestión, intentando transferencias a otras instituciones, y buscando canjes que revitalicen deportivamente la institución.
Se requieren peritos deportivos, asesores, hombres que conozcan del tema y se muevan en ese círculo, para tratar de acertar en la conformación de un plantel diferente, que más que una necesidad es una realidad inapelable e inaplazable.
El Once Caldas es empresa de un dirigente exitoso, y por más que sea distinta su actividad comercial, no debe ser la excepción. Hace rato venimos hablando de una poderosa alfombra estructural, y ese principio no se puede desaprovechar con más providencias erradas.
Empezando por la consecución del nuevo técnico, algo así como el jefe de producción, quien aparte de exhibir experiencia, liderazgo, manejo y conocimientos, debe formalizar un proyecto realizable a corto tiempo y capaz de ofrecer resultados inmediatos.
P.D. Finalizando los setentas, siendo un niño apenas, mi mamá me llevaba a misa al Perpetuo Socorro, y yo iba feliz porque nos hacíamos por detrás de Osvaldo Pérez y ‘Chispas’ Cárdenas, a quienes no les quitaba la vista durante el oficio. Con la muerte de ‘Cucaracho’ se fue otro de esos ídolos que nos enseñaron a amar este deporte.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com
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Se requieren peritos deportivos, asesores, hombres que conozcan del tema y se muevan en ese círculo, para tratar de acertar en la conformación de un plantel diferente, que más que una necesidad es una realidad inapelable e inaplazable.
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