Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Varias cosas de paso por el Palogrande en la reciente victoria 3-0 sobre Junior que prácticamente sentenció la clasificación del Once Caldas a cuartos de final, en medio de un entorno saludable.
Por un lado, las magníficas atenciones de quienes están al frente del club, las puertas abiertas, la camaradería que se siente, el ambiente en el plantel, y la recuperación de una empresa en camino de expansión.
Desde el propietario Jaime Pineda hasta el último de los empleados, lo que vislumbra una labor de equipo propensa a dar frutos, y que certifica el protagonismo en el torneo por encima de las mismas expectativas.
La segunda, la comprobación de que se tiene un cuadro limitado, brillantemente explotado por el técnico Flabio Torres, con carencias de base, las que ha sabido superar con trabajo, y por la entrega de sus dirigidos.
Dentro de esas deficiencias sobresalen algunas, como por ejemplo la pelota quieta, pues no hay cobradores efectivos, Piedrahíta perdió esa condición, y por esa vía es complicado que se resuelvan los partidos.
Tampoco se tiene fútbol aéreo, los centros de costado son referencia fácil para los defensores contrarios, convirtiéndose en alternativa poco confiable, con excepciones por supuesto porque se ha anotado de cabeza.
Falta un delantero certero, potente, que rompa esquemas de marca, y defina. Se llega en bloque pero los ofensivos son livianos, con la fortuna de que el remate en distancia y el contraataque han resultado fórmulas exitosas para llegar al gol.
César Arias tiene movilidad y encare, pero juega de pivote, de espalda a la portería, y rara vez se pone en posición de finalizar. Aun así le ha rendido, al punto que suma 5 tantos, sin que ello signifique que sea el artillero temible que se requiere.
Patricio Pérez pisa constantemente el área sin claridad en la puntada final, Hernández es crack sin contundencia en los últimos metros, y todo queda supeditado al disparo de afuera de Izquierdo, fuerte y preciso, así por ratos se vaya de los encuentros.
Y ojo pues que estamos hablando después de un 3-0, y de una escuadra goleadora en la estadística con 25 tantos en 17 juegos, lo que sonaría a contrasentido, que no lo es, porque hacerse el desentendido es negar la realidad.
Lo que no tiene duda es que hay una nómina justa, sin suplentes de categoría, desarrollada en defensa, con lagunas en el primer sector de volantes, y mucho talento hacia el frente con la ya comentada trilogía del medio.
En lo personal creo que este Once Caldas es producto de lo hecho por Flabio Torres, de la motivación de una directiva que cumple las obligaciones, y del deseo de los jugadores, por lo que, y era el tercer punto que quería destacar, me parece injustificada tanta oposición.
Encontré amigos y gente dándole palo al entrenador, tratando de justificar la racha pasada de flojas actuaciones en las decisiones desde el banco, y ni se diga en las transmisiones radiales, en las que nada bueno se le veía al Once Caldas hasta que llegaron los goles.
Se ha cumplido, lo que se haga hacia adelante será ganancia, con un potencial enorme en incentivos y repeticiones que invitan a pensar que todo es posible, y que el sueño de una final es difícil pero probable.
Muy diferente a lo del año anterior, así en ambas ocasiones se haya clasificado, con la seguridad de que se está abonando terreno, y se está construyendo para que, más temprano que tarde, el Once Caldas esté nuevamente en la cúspide del fútbol colombiano.
Hasta la próxima…
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