Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Semejante papelón, y el técnico Lisi salió con que es inalcanzable para el Once Caldas traer figuras de algún reconocimiento, planteando una vez más la romántica idea de construir lo nuevo desde la humildad y el sentido de pertenencia.
"Jugadores a favor y no por encima del club, que vengan a trabajar (???) olvidándonos del glamour que generan los nombres" fueron sus declaraciones insustanciales, que no conducen a nada frente a la urgencia de cambio.
Pareciera más de lo mismo –verso sutil y barato– sin autocrítica que es la primera vía para recomponer, y con una resignación que raya en la ingenuidad o el conformismo, tal como se vivió con Torrente antes de cada torneo.
Por fortuna el presidente Tulio Mario Castrillón tuvo afirmaciones alentadores y positivas: "nos dimos cuenta de que así no vamos a ninguna parte, tenemos que hacer una reestructuración y armaremos un equipo que compita".
Del dicho al hecho hay largo trecho, pero al menos ya hay alguien que piensa distinto, que se atreve a exponer alternativas y dice lo que todos vemos. Llevar ese mensaje a Pineda y conmoverlo, de por sí sería un gran paso.
Y pónganse de acuerdo porque aquí no hay lugar a equívocos, el problema es de nómina, y solo la incorporación de 3 o 4 unidades que marquen diferencia hará que el contenido tenga sabor y eleve el nivel de sus congéneres quienes por sí solos fueron incapaces.
Frívolo ese argumento de que no hay cómo existiendo tantos mecanismos de negociación, entre ellos el canje, herramienta válida utilizada históricamente por el Once Caldas en momentos de crisis, y más cuando son pocos realmente los intransferibles.
En la lista de los que abandonan aparecen Jónathan Lopera –al lado de Estupiñan y Cuadrado los únicos rescatables– y César Quintero, frustrado por una lesión, pero importante con una adecuada pretemporada, ambos por factores económicos.
También Juan Carlos Henao por ciclo deportivo cumplido, y los que iban a salvar a Torrente, Noy –menos que normalito– Valencia y Montaño, quienes ni en los registros del club quedarán por su bajo aporte, y Viveros por una opción estrambótica.
No hay por quién llorar, y si la paciencia del técnico aplica nada bonito se podrá esperar porque la única verdad es que el Once Caldas necesita una base experimentada, y para lograrla se requiere de rebeldía, arrojo y buen ojo.
Que se metan al mercado. Sergio Romero, goleador con Alianza, debe regresar allá para que reedite sus mejores días a cambio de algo, lo mismo que César Arias y otros que se beneficiarían personalmente y tranquilizarían a la hinchada, cansada de su inoperancia.
Además la cantidad separada invariablemente obliga sustitutos en igual número, y así como es previsible que vengan jóvenes en formación, no hay excusa para la vinculación de esos 3 o 4 mayores que deben revitalizar la institución.
Sería inaudito repetir los errores del pasado, esto es con materia prima calificada, y el Once Caldas exige inversiones, y por más empresa privada que sea alejada de la pasión de un pueblo, ganancias y resultados van de la mano.
Cero apuestas a lo incierto después del pésimo año en lo material, lo anímico y lo estructural, con pérdida de imagen, prestigio y dinero para su propietario, y lo más grave, con desestímulo a la moral del hincha, la razón de ser de la institución.
Hasta la próxima…
Twitter: @macotal
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No hay por quién llorar, y si la paciencia del técnico aplica nada bonito se podrá esperar porque la única verdad es que el Once Caldas necesita una base experimentada, y para lograrla se requiere de rebeldía, arrojo y buen ojo.
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