Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Se cerró el libro de contrataciones, la pretemporada se hizo plena con grupo completo y técnico a bordo, se conoce el calendario, y con ese menú todo está listo para encarar el reto del campeonato colombiano.
Los amistosos, que sirven para que los entrenadores afinen detalles sin que marquen pauta concreta sobre el futuro, se están cumpliendo, y con la ilusión de un vuelco radical el Once Caldas abre nuevas puertas a la ilusión.
Esperanza que nace en el deseo más que en la certeza de una nómina hecha a la medida, pues la verdad es que cambió casi la mitad de sus integrantes –era lo que se pedía– sin inversiones millonarias ni vinculaciones exóticas.
Solo Lopera, de los que se fueron, generó alguna reacción adversa, los demás no hicieron méritos para quedarse. De los que llegaron, ninguno garantiza algo distinto a expectativa en una plaza dulce para jugadores de ciertas características.
Como Michael Ortega, un talento perdido en el mar de las oportunidades, y con quien ojalá se repita la historia de Fabián Martínez, Roberto Vidales, Ómar Suárez y otros más de condiciones parecidas que lograron el cenit con el Once Caldas.
En gran parte le corresponde al futbolista como otro chance en una actividad que ha sido rentable para él, no para los clubes en los que ha participado, en un ultimátum para evitar un inaceptable desperdicio de riqueza técnica.
Le creo a Mateo Cardona, hay experiencia en Guillermo y Córdoba –bastante irregulares en sus actuaciones recientes– y se tiene como montar una formación titular distinta a la que decepcionó el semestre anterior.
Partiendo de una exigencia general, sin excepciones, por las comodidades que se les brinda en una ciudad acogedora y deportiva, y en un club que independiente de sus estados financieros mantiene al día las obligaciones con sus empleados.
Hizo falta un delantero con gol, las demás posiciones tienen nombres y hombres cuya eficiencia dependerá del nivel que alcancen, y siendo un plantel sin lujos puede surtir efectos en un medio donde escasea la rimbombancia.
Porque no hubo revolución del mercado, exceptuando a Nacional con Aldo, Dayro y Valencia, todos ex selección Colombia, y de pronto Santa fe. La lucha entonces será pareja y entrarán en juego otra serie de factores.
Como la parte física, fundamental en el fútbol de hoy, tanto como la motivación y el ordenamiento desde el banco, responsabilidades de un cuerpo técnico que ilusionó en sus inicios y luego se apagó, con la disculpa válida de que no era su proyecto.
Ahora es diferente, aprobaron la plantilla, las incorporaciones, adelantaron el trabajo de oxigenación, limpieza y puesta a punto, y gozan del respaldo de una hinchada que confía en
mayor entrega y compromiso.
Obligados entre otras a mejorar el sistema defensivo que terminó mal, vulnerable, venido a menos, antítesis de la seguridad que tuvo en la época Torrente, y que tendrá que construirse desde los centrales y los volantes de marca.
En ofensiva –fuerte dolor de cabeza– llama la atención el mínimo esfuerzo por reforzarse, pues ni Salazar ni Zapata son goleadores, Romero es ineficaz, y solo Estupiñan se ofrece como alternativa, requiriendo continuidad.
P.D.: A pesar del disgusto de muchos por el emparejamiento con Junior en la fecha de ajuste de la liga, lo veo como una interesante opción por taquilla, competencia y atractivo entendiendo que no es clásico regional, como nunca lo fue contra Pasto o Equidad.
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