Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

Si terminado el torneo anterior la declaración de cero contrataciones fue determinante por parte del dueño, con qué cara le iban a forzar ahora una posición en contrario cuando el Once Caldas no muestra cifras, ni crecimiento empresarial.

Tanto es así, que ya hubo afirmación del técnico Torrente indicando que con jugadores de 2 millones no puede lograr lo que había planificado antes de la salida de Menosse, Lucena y Harrison (sic) asumiendo complejo estado de resignación.

Se le olvida que con ellos –y un poco más– fue eliminado en junio, y que ignoró por negligencia, convencimiento o indiferencia fórmulas que fortalecieran el proyecto, y la revolución que suponía explorar otro tipo de salidas en el mercado.

Por eso extemporáneo el pensamiento de los directivos en el sentido de procurar refuerzos con la Liga en marcha, mínimas posibilidades, y ante la desesperante preocupación al notar que evidentemente el plantel se quedó corto.

Pero volvieron a equivocarse ante la apertura del libro de transferencias, pues consultaron tres opciones, creo que sin ir a la fuente primaria, para luego informar de que no hay cómo, y que se descarta cualquier operación al respecto.

Error de procedimiento –igual que hace un mes– porque sobran los anuncios, las gestiones se adelantan y después se comunican, no para complacer el interés del público o a los allegados al club, sino porque realmente son útiles.

Al escribir estas líneas escucho a Torrente señalar que si hay concurso del sector privado o de la gobernación los vinculan, y que eso cambiaría sustancialmente el panorama. Me quedé sin saber quiénes son esos cracks que se estaban reservando para el Once Caldas.

Porque el panameño Amílcar Henríquez salió mal de América por su producción y comportamiento, Juan Pablo Pino desapareció hace ratos por sus extravíos personales, y Diego Arango es pasado de una época linda en la que rindió sin sobresalir.

En suma, las cartas están echadas, futbolistas sin contrato a estas alturas difícilmente prometen algo distinto y las soluciones hay que buscarlas dentro del plantel, retornando por las bases del Torrente que emocionó en los inicios de su trabajo.

La llegada de José Moreno abre alternativas para que el polifuncional Jónathan Lopera brinde una mano en zona de volantes donde la marca es una de las dificultades, respaldando a Rojano, uno de los jóvenes con futuro.

César Quintero es otra de esas opciones que marcan diferencia poniéndose a tono en la parte atlética, lo mismo que Elkin Soto, a quien se le observa un esfuerzo máximo por encontrar forma estando muy bajo en su condición física.

Obviamente hay deficiencias incurables con lo que hay, una de ellas el gol, independiente de lo que muestra Óscar Estupiñán –fuerte en el juego aéreo y con manejo y habilidad– aunque me temo que no terminará campaña porque están a punto de venderlo.

Al lado de Daniel Hernández y de José Fernando Cuadrado se ve a leguas que son los hombres influyentes de este Once Caldas urgido de recuperar la solidez defensiva cedida ante el marginamiento de los líderes en esos puestos.

Todo esto, por supuesto, soportándolo sobre trabajo táctico porque en ocasiones parece que se acudiera más al corazón y a las ganas, que son insuficientes para triunfar, con unos vacíos y unos desequilibrios que no disimulan las carencias.

P.D. Elkin Soto es la excepción por su rica trayectoria y porque cabe dentro de los futbolistas manizaleños brillantes de la historia, pero lentamente han perdido figuración los muchachos que venían recibiendo oportunidad, y lo grave es que su ausencia pasa inadvertida.

Hasta la próxima…

Twitter: @macotal

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En suma, las cartas están echadas, futbolistas sin contrato a estas alturas difícilmente prometen algo distinto y las soluciones hay que buscarlas dentro del plantel, retornando por las bases del Torrente que emocionó en los inicios de su trabajo.