Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Si alguna vez dudamos de la clasificación de la FIFA que nos ubicaba entre los primeros del escalafón mundial, que podemos decir cuando un puñado de muchachos en Brasil ha convertido en realidad ese honor o reconocimiento que nos brindaban sin pedirlo.
Estamos dentro de los ocho mejores de la Copa del Mundo por convicción, seguridad, exquisitez, fútbol artístico, porque hasta allá hemos llegado con las genialidades de James Rodríguez, o las gambetas electrizantes de Juan Guillermo Cuadrado.
Una selección a la que todo le sale, un técnico sapiente, sin temores a la hora de tomar decisiones, enseñando destreza y habilidad en el manejo de grupo, y unos jugadores que a su riqueza técnica le han añadido un pedazo de patria, a la que defienden sin concesiones.
El balón lo volvieron arma letal para menguar rivales, con un atrevimiento que les permite pararse de igual a igual ante cualquiera por más charreteras que tenga, sin miedo por el oficio de los demás porque lo importante es defender lo nuestro, y la batalla se está ganando.
Colombia ante Uruguay escribió hasta hoy su página histórica más brillante, con la posibilidad de pasarla, con un calendario harto difícil, unos cruces aterradores por la calidad de sus contrincantes, y un sueño del que nadie nos despierta porque vamos a ese ritmo.
Contundente demostración desde lo táctico, en un juego en el que la técnica superó a la garra, el amor y el cariño por la camiseta se pusieron a prueba, y nuestras grandes estrellas demostraron de qué están hechas, y que representa esta generación como ejemplo para el país.
Los goles de James, cinco en cuatro choques seguidos, la jerarquía atrás de un Yepes que se está comiendo el mundial como el último plato de su carrera, las paradas monumentales de Ospina, y tantas otras cosas positivas, ponen ésta selección en la ruta de los elegidos.
El aporte de los laterales Zúñiga y Armero, el equilibrio en el medio que dan Aguilar y Sánchez, y la potencia de los delanteros, pintan un plantel homogéneo, sin complejos, ratificando aquello que tantas veces se dijo, de que iban por la gloria porque lo demás ya lo tenían.
La experiencia adquirida con el trasegar por los mejores clubes del mundo, en las canchas más emblemáticas, y frente a las connotadas estrellas del planeta, dan un plus que se traduce en este magnifica presentación que supera todos los cálculos en la cita orbital del deporte rey.
Se viene Brasil, atrás quedan cuatro victorias seguidas, 11 goles en 4 partidos, apenas 2 en contra, el goleador del mundial, la figura del torneo, un técnico influyente, respetado y respetable, y una selección que enamora, que encanta y que seduce.
Oh gloria inmarcesible… Que felicidad grande la que sentimos, no hay rincón del país que se exima de festejar este triunfo excitante, que se suma a esa cadena de éxitos que ha tenido el deporte colombiano en las temporadas recientes.
Aún está lejos la final, pero mucho más cerca de lo que pensábamos cuando comenzó el mundial. Los cuartos es ya meta cumplida, y ahora la tarea será frente a los pentacampeones, los anfitriones, los primeros favoritos, y la ilusión sigue viva.
Por ahora sigamos creyendo porque es el mensaje que nos están enviando, y porque de verdad, estamos ante un equipo superlativo, que anda derecho, con fortaleza mental, que no se achicharra, y que por fútbol, sin ruborizarnos, es más hoy que la Brasil de Felipao.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com
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