Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

Tremenda la confusión en la que entraron directivos y aficionados del Once Caldas, convencidos todavía de que se puede clasificar, de que el club es competitivo, y de que Tito Cortés puede ser la gran opción a futuro en la parte técnica.

Si para Tolima y Patriotas a un solo partido del octavo es complejo, ni hablar por estos lados, máxime cuando hay que sacar del lote principal a uno de los llamados históricos, y los que corren ese riesgo son Nacional, Millonarios y Junior, que son muchísimo más.

La victoria sobre Cúcuta, que no gana desde el 1 de febrero, que tiene un equipo tipo B participando en la A, sin afán por permanecer en la categoría porque es un negocio personal, no puede llamar a engaños, ni sobredimensionar los hechos.

Equivocados están quienes creen que con este plantel se puede salir adelante, y preocupantes las versiones que apuntan a que no habrá refuerzos, y que la idea es optimizar su rendimiento, conservándolo así para el siguiente campeonato.

Argumentos carentes de apetito, que apuntan a lo que salga, no a un proyecto visible sobre ejecutorias reales, y que no parece el camino correcto dentro del plan de estructuración de una escuadra sólida, rentable, y con garantías próximas al éxito.

Se requiere gestión en pro de los refuerzos, y la labor inmediata para abrir la posibilidad de plazas está ahí, en la ubicación en otros conjuntos de jugadores que son del registro local, sin méritos para continuar, y que deben constituir el principio del nuevo armado.

Sin hacer inversiones millonarias, con buen ojo, habilidad para mercadear, y sentido práctico para dar en el punto, logrando el viraje que reactive a la hinchada, fichando 3 o 4 unidades que influyan en el tendido, con un entrenador sapiente que explote ese recurso.

Acertando en la escogencia de los nombres sobre una estrategia de vuelo convincente, a través de la cual se cubran las urgencias establecidas en falencias puntuales ya detectadas, que no son de ahora, y que vienen desde la campaña pasada.

El Once Caldas ofensivamente es tierno, de Peñaranda se esperaba más, siendo todavía un atacante al que hay que llevar, Arias y Romero son caso perdido, Fernández ni lo volvieron a poner, y no hay duda de que ahí solo se corrige contratando delanteros.

El armado no existe, Alvarez juega a cuenta gotas y la responsabilidad le queda grande, y el conductor natural que debiera ser Patricio Pérez es un tiro al aire, y sin nos atenemos a su producido este torneo, seguirá representando un problema, no una solución.

Hacen falta también un volante de marca y un lateral izquierdo, es decir, fichas fijas que darían un aire distinto, adquiribles porque las hay, proponiendo cambios frente a pares que andan en lo mismo, seleccionando acertadamente las preferencias.

Total, es conformista, acomodada y poco ambiciosa la simple manifestación de que se quedarán con lo actual, cuando lo práctico es moverse, buscando talentos que den el vuelco solicitado, partiendo del trueque como base porque solo hay cabida para 25.

Acerca del técnico, y después de que algunos mencionaran hasta el hijo del gato en la avidez de la chiva, más que extractarlo de esa lista de 30 que están desocupados, lo lógico sería apoyarse en alguien con trabajo táctico, motivador, y que potencialice a sus dirigidos.

Y vale la pena que miren hacia Envigado y Huila, de campañas preponderantes con entrenadores relativamente jóvenes, que algo deben tener porque con poquito han hecho mundos, hasta superar sus propias expectativas y realidades.

P.D. Desde hace rato andan por Colombia empresarios del grupo Pachuca, sin concretar nada. Mientras haya algo, que difícilmente se dará, la invitación es a Kenworth de la Montaña para que no ceje en su empeño por un Once Caldas grande, que económicamente les retribuirá, porque el fútbol bien administrado es un negociazo.

Hasta la próxima...