Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Pinta la tarde con el juego Once Caldas-Junior en Palogrande, el tercero que hará el equipo de Javier Torrente tras el desabrido empate sin goles ante el Medellín por liga, y la corta victoria sobre Bucaramanga en el inicio de la Copa.
Aún no es tiempo para concretar acerca de los alcances del grupo con relación a lo que pretende el entrenador, quien goza de prestigio, aceptación y plazo, pues se nota en el ambiente que el ensayo con un foráneo dinamizó a la hinchada caldense.
Licencia que deberá ampliar y certificar con una propuesta atractiva, y resultados, con un plantel que ofrece reparos que él mismo ha querido ignorar señalando que es suficiente, sin hacer mayores exigencias frente a una directiva indiferente en ese sentido.
Cuesta creer que nadie haya planteado la urgencia de contratar atacantes, debilidad de la que todos fuimos testigos durante las dos campañas pasadas, confirmado el concepto de que en el Once Caldas hay mucha gente solo cuidando los intereses del dueño.
Programado así, y aunque para quien escribe la única verdad en el fútbol pasa por los jugadores –sin demeritar que hay hombres influyentes desde el banco– sería interesante conocer las reales dimensiones que se pretenden para este semestre.
La respuesta obvia indica que se pelearán los dos torneos y que se buscará cupo para uno internacional. Del mismo modo argumentarán en las divisiones menores parte de sus metas, lo que suena bien cuando en ciernes hay futbolistas como John Fredy Salazar.
Todo esto es válido si nos atenemos al campeonato nuestro, tan particular como que al Huila lo desmantelaron en 2 ocasiones y en ambas terminó disputando cuadrangulares, y Envigado sin inversiones fue líder casi todo el certamen.
Pero son objetivos sin el sustento de una escuadra armada para competir, honor que corresponde a clubes como Nacional, Medellín o Santa fe, que son capaces de reforzarse pensando en el título y en satisfacer a sus enormes fanaticadas.
Algún día se llegará al caso, cuando quienes estén al frente de la institución se atrevan, sean osados, tengan mayor conocimiento deportivo, y hagan gestión en torno a la esencia del producto, pues en lo administrativo no hay duda de que la tienen encarrilada.
Sobre estos hechos puntuales, las primeras manifestaciones, sin que sean bastantes para un balance general, fueron positivas. Se vio un equipo corriendo, motivado, organizado, con apertura de cancha, y bien parado en defensa.
En ese aburrido duelo con Medellín,el Once Caldas inclusive fue superior en tramos largos del juego con posesión de pelota, con su acostumbrada falla en definición, particularmente la que tuvo Penco, dejando una sensación legítima de que hay trabajo entre semana.
Sin querer decir, como algunos lo indican, que es la mano del técnico, que en parte es cierto, y sin llamarse a engaños porque para llegar a ese tipo de afirmaciones se requiere tiempo y repeticiones, y esto apenas está despegando.
Lo preocupante es que este Once Caldas transmite la idea de no tener con qué hacer daño por el exagerado individualismo de Arango, la torpeza de Penco, el ingreso del mismo Arias de siempre, y la fantasmagórica aparición de Gustavo Culma.
Pueda ser que despierten, para que Torrente, tan convencido de que el argentino es un goleador de raza, y que quienes lo acompañan darán la talla, encuentre la alfombra mágica para montar sus ilusiones y ponga al Once Caldas en posiciones distinguidas.
Hasta la próxima…
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