Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Años atrás se tenía la percepción de que para el hincha del Once Caldas primaba el juego bonito sobre el resultado, y la tradición hizo ley, pues esta plaza siempre se consideró amante de las formas, aunque me resisto a pensar que el fondo fuera asunto secundario.
Los mejores equipos fueron el de Gilberto Osorio 76, Francisco Maturana 86, y Javier Álvarez 98. Ninguno de ellos ganó nada más que adjetivos lujosos por su puesta en escena, su fútbol artístico, y su aprecio por la retina del espectador.
Con Américo Pérez 83 se obtuvo sin oropeles la Copa de la Paz, y con Luis Fernando Montoya la gloria, apegados al orden táctico, las fortalezas defensivas, y el convencimiento, sin que sobrara nada. Creo que a partir de ahí cambió nuestra cultura.
Luego Álvarez con un plantel maduro arrolló al favorito Junior y se tituló campeón, y con una supernómina, que desbordó límites económicos y sometió a crisis al club, Juan Carlos Osorio sumó la cuarta estrella en el escudo del blanco.
Total, es un cuento que en Manizales se priorice el espectáculo sobre las cifras, pues aunque se pida que el Once Caldas exhiba argumentos, siempre prevalecerá la cosecha, y el rendimiento se medirá en los números.
Con Flabio Torres en la actualidad pasa algo curioso. Tiene un cuadro corto, sin luminarias, que luce en la tabla, capaz de ilusionar con triunfos milagrosos en los minutos finales, o de desencantar por entregarlos cuando los tiene prácticamente en el bolsillo.
Pero la realidad es una, y tiene que ver con el porcentaje de producción, tan alto que a falta  de 30 unidades 12 serán suficientes para estar adentro, el equivalente a ganar 4 de los 10 partidos que quedan. Además cuenta con una efectividad inusitada, y con el goleador del campeonato, Johan Arango.
También está en carrera de un torneo internacional que fue la meta trazada al comienzo de temporada, encontrándose a 3 puntos del segundo en la reclasificación, con grandes posibilidades porque el nivel del torneo es exiguo e irregular.
Aparte de que ya vendió a Izquierdo, firmó la reestructuración económica que pretendía, mantiene el grupo al día, y ofrece síntomas positivos de buena administración y planeación a futuro al tenor de la cantidad de fichajes en tiempo reciente.
Lo otro, lo del momento futbolístico tendrá que superarlo, aunque a veces transmite la sensación de no tener de donde echar mano, lo que obliga al sustento táctico como arma elemental de la que se puede pegar. Falta liderazgo, fue otra de las acusaciones lanzadas, y puede ser porque no destaca en el campo quien asuma, sobretodo en esos instantes de asedio de los rivales, en los que se ha visto a gatas soportando aluviones como el del Tolima la tarde del 3-0.
Es lo que hay, sin manera de mejorarlo, pero que puede bastar como lo ha venido demostrando en esta etapa de transición que es necesario entender, invitando al público a respaldar, para que el patrocinador se motive, e invierta.
Pero hay razones para creer, y la construcción de este Once Caldas no es solo tarea de quienes están al frente, sino de una sociedad que agradecida debe extender su mano para fortalecer ese proyecto que lo salvó de una quiebra inminente, y de una forzosa desaparición.
Por eso me quedo con los equipos que logran resultados porque el espectáculo se puede pulir con repeticiones, y prefiero a este Once Caldas sufriendo para ganar, o haciéndolo en el último minuto, que otro aplaudido por su estética y su estilo, comprometido en la tabla.

Hasta la próxima...
macotal@yahoo.com

Destacado
Pero hay razones para creer, y la construcción de este Once Caldas no es solo tarea de quienes están al frente, sino de una sociedad que agradecida debe extender su mano para fortalecer ese proyecto que lo salvó de una quiebra inminente, y de una forzosa desaparición.