Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Hay tiempo, pero las primeras manifestaciones para transformar al Once Caldas no son buenas y lo explica el hecho de que anuncien como refuerzo a Hansel Zapata, un anónimo en las ligas mayores de nuestro fútbol.
Se acuerdan que comenzando año llegaron acá futbolistas que ni los periodistas conocíamos, salidos de la inspiración de Paniagua y sus amigos empresarios, con el natural desencanto al final porque ninguno de ellos triunfó.
Ya pasaron varios días desde la eliminación y no se tienen noticias acerca de nombres que solucionen problemas, pues los contratados –Mateo Cardona, Jerry Ortiz y Zapata– son apuesta a futuro y no motivan la afición.
El técnico Lisi –cada vez más parecido a Torrente– le dijo a las barras que si le dan lo que pretende armará un equipo competitivo, y a renglón seguido habló de las bondades de echar mano de las divisiones menores.
Uhm, más de lo mismo… Recuerdo al hoy entrenador del León Mexicano señalando que con 3 refuerzos –Valencia, Noy y Montaño– garantizaba la clasificación, o antes afirmando que no le faltaba nada, o en pretemporada en el Nevado feliz con el grupo.
No sé qué les dan en el Once Caldas que los vuelve tan cómodos, y a las dudas respecto a la presión que pueda meter el actual orientador por un plantel respetable, sumo otras que tienen que ver con el desarrollo del juego en las últimas fechas.
La defensa, lo mejor que tuvo Torrente aunque con otros nombres, terminó siendo una coladera, el equipo regresaba mal, la sincronización de movimientos no era efectiva, y los rendimientos individuales fueron fatales.
Tampoco entendí porque el delantero más valioso –Óscar Estupiñán– fue relegado con muestras evidentes de escaso respaldo por parte de su jefe, dándole un bofetón porque aun así concluyó como goleador de la institución con cinco tantos.
Insisto, porque lo he dicho en varias ocasiones que la culpa no es de Lisi, quien llegó en un momento de apuro, aunque tampoco se le exonera del todo porque dirigió 9 partidos, tiempo suficiente para poner su sello.
De todos modos es válido su derecho a continuar, con obligaciones. Aquí se requiere materia prima, el plantel que dirigió fue menos que flojo, y no hay siquiera una base, que es la que necesita montar con 3 o 4 jugadores de peso.
Lo demás es carreta, esto es con nómina, nadie hace milagros, y solo con trabajo y una buena escogencia se saldrá adelante, siendo perentorio porque aquí hay historia por respetar y fracasos seguidos que son indignantes frente al respaldo que tiene.
O es que acaso a Kenworth de la Montaña le interesa seguir perdiendo prestigio, imagen y dinero, que es lo que está sucediendo por una serie de decisiones equivocadas –de tienda, no de almacenes de cadena– sin fijación sobre el verdadero objeto del negocio.
No lo creo, así los síntomas iniciales sean desalentadores, pues más allá de que se quiere hacer y vender jugadores, tener un equipo que compita, convoque y sea atractivo siempre será la mejor alternativa para la ciudad y su propietario.
Y si ese plan de los ‘pelaos’ que el gerente deportivo quiere meter a toda costa es prioritario, cuál es entonces el afán por salir de vacaciones cuando este tiempo se puede aprovechar en observación y búsqueda. Definitivamente falla la planeación.
P.D. En el juego de la vida todos somos el mismo equipo. Las manifestaciones de duelo hacia el Chapecoense nos tocaron el alma. Como dice Valdano ‘el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes’ mensaje para quienes se matan por un trapo, una camiseta o una bandera.
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