Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Difícil entender la posición de los directivos del Once Caldas que abiertamente manifiestan que no habrá refuerzos, que la decisión está tomada, y que las novedades serán los mismos fracasados que ya pasaron por aquí.
Valdría la pena conocer como evalúan, cómo proyectan, si son conscientes del tipo de empresa que manejan, o son tan osados que se embarcan en una aventura de crecimiento sin objetivos ni metas, amparados en la buena suerte.
Políticamente incorrecto no traer caras nuevas, algo propio del fútbol –aquí y en la Cochinchina– máxime cuando se ha tenido un semestre funesto, y dado que se requieren para mejorar el contenido, y porque de algún modo reactivan la empresa.
Durante el primer semestre las hubo, pero el encargado de hacerlas prefirió la cantidad sobre la calidad trayendo fantasmas, pues nadie los conocía, con consecuencias obvias al revisar su producido y los números terribles de la campaña.
Cualquier desprevenido seguidor del Once Caldas sabe que por lo menos 2 o 3 unidades le hacen falta a este plantel para ser competitivo, siendo capaz de señalar para que posiciones, que características deben tener, y hasta que nombres sugerir.
Los de la Junta, en cambio, parece que le tienen temor a Jaime Pineda, no le presentan una propuesta de inversión deportiva, y se quedan en lo que dice el mandamás, con total ausencia de criterio, conocimiento, creatividad y arrojo.
Determinaciones que pintan su naturaleza, personas ajenas que viven detrás del negocio, que quieren hacer del Once Caldas un laboratorio, y que han negado afecto, y no me refiero exactamente a Pineda, quien como dueño exige cifras, y las actuales son vergonzosas.
Renovación a bajo costo con refuerzos bien escogidos, que inclusive pueden llegar por canje a través de activos inútiles para el equipo –jugadores del club muy vistos, que aquí no tienen cabida– puede ser una alternativa, sin cerrar la puerta a las contrataciones.
Pero la misma actitud del entrenador causa desazón. Antes consideraba un irrespeto alargar su contrato seis meses, ahora lo acepta. Antes dijo que puestos debía cubrir, hoy admite que con Romero y Arias es suficiente. Tanta inconsistencia y conformismo resta credibilidad.
Un técnico de quilates –Juan Carlos Osorio, por ejemplo– no permite que le armen su conjunto como sucedió a principios de año, ni se queda callado tras la debacle sin exponer un cambio que conduzca al perfeccionamiento de su plantilla.
De ahí la diferencia abismal entre los que viven del sueldo, del confort, que laboran con lo que les dan por salvar el puesto, y los que buscan la gloria personal y de las instituciones por encima de las dificultades. De los primeros abundan en Colombia.
De tal forma que si dirigentes y orientador son incapaces de convencer a Pineda, que sean los aficionados, la prensa, o quien quiera liderar la campaña, pero es hora de invitarlo para exteriorizar métodos que hagan viable y atractiva su empresa que es un sentimiento de región.
Es por el Once Caldas, y con responsabilidad, ofreciendo como contraprestación a un buen plantel, asistencia masiva al estadio, campañas cívicas de motivación, participación publicitaria y de promoción, y otros asuntos que beneficien las partes.
Bienvenidas las ideas, ya al Once Caldas le tiraron un salvavidas, es hora de fortalecer ese lazo, y nada ganamos con protestar haciéndole el feo cuando lo que se procura es que despierte de ese letargo generado por su floja administración.
Se puede, para evitar una temporada más en posiciones secundarias, sin la grandeza que reclama la historia, y molestos cada fecha, cuando por el contrario podríamos empezar a construir lo que muchos quisieran por la fuente que lo respalda.
Hasta la próxima…
Twitter: @macotal
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De ahí la diferencia abismal entre los que viven del sueldo, del confort, que laboran con lo que les dan por salvar el puesto, y los que buscan la gloria personal y de las instituciones por encima de las dificultades. De los primeros abundan en Colombia.
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