Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

Lanzo éstas opiniones desconociendo el resultado frente a Aguilas, con el deseo de que haya sido una victoria, la que definitivamente encarrilaría este proyecto, con la ventaja de ir encontrando el fondo y la forma, teniendo un partido pendiente.

Fue un elixir el triunfo en Bogotá porque suena inapropiado que Santa fe gane igual con titulares que con suplentes, sabiendo la disparidad existente en el torneo, y que cada día se abre la brecha entre los que compiten y los que están por no perder la categoría.

El Once Caldas encaja en esa primera línea, es decir, entre los que optan por la estrella, y más allá de los inconvenientes de nómina y de los escándalos puritanos por regalos indebidos, hay un trabajo de base liderado por Flabio Torres que no merece tirarse a la basura.

Bien por la directiva que no comió cuento, que le apostó a lo que está construyendo, y que hizo oídos sordos a ese clamor desde la tribuna pidiendo sangre, lo que no hubiera hecho más que traumatizar ese camino que con el tiempo se ha venido fortaleciendo.

Varias jornadas sin caer, con presentaciones que siguieron advirtiendo fallas que el técnico Torres no ha podido, o no se ha atrevido a corregir, y que el equipo ha superado con orden, entrega y concentración, desafiando versiones sobre división en el grupo.

Dificultades normales dentro de cualquier conglomerado humano, que han intentado magnificar para fomentar el caos, sin hallar eco porque en el campo se está creciendo, y las cifras ponen a este Once Caldas en plan de recuperación.

Atrás hay seguridad en los centrales, más con Pérez y Moreno porque Lopera se ve revolucionado y es riesgo de falta en el área, dimensionándose en el medio, con un arquero que brinda garantía, y dos laterales de buena proyección débiles en marca.

César Quintero es grata revelación en un puesto incómodo por aquello del perfil cambiado, que exige coberturas de relevo precisas porque cuando le quiebran hacia afuera se queda sin reacción, pero con una voluntad y unos bríos que lo hacen intocable en la plantilla.

Valoy ha crecido, empuja, se hace sentir, así por lentitud lo anticipen fácil, Campaz está por encima de Harrison en quite, Álvarez ha sorprendido, aunque el problema de armado persiste, y Arango desequilibra con su fútbol a cuenta gotas.

Lo que no tiene aceptación es lo poco que ofrece el cuerpo técnico por mejorar el ataque, ese mal que aqueja al Once Caldas desde hace casi un año, y que sigue generando preocupación por la insistencia de Flabio con jugadores de tan bajo índice goleador.

A Arias le rebota una almohada, su sentido de definición es nulo, lleva 4 goles en 31 partidos, y no le mete miedo a nadie. Penco es limitado, sale de su zona y se ve torpe, y está forzando a meter balones aéreos, sin enseñar alto grado de eficiencia.

En el partido frente a Santa fe, Once Caldas generó 5 claras opciones de arco, 2 remates en distancia de Alvarez y Piedrahita para el lucimiento del arquero, el mano a mano de Alvarez parado por Castellanos, el gol de Arango, y la infaltable de Arias.

Iban 17 minutos, Leandro había volado 2 veces, y en un saque lateral Marlon buscó a Penco, la bajó de cabeza y se la puso al 19, quien se tiró y como siempre la vio pasar. La tapa de un delantero que no anota, pieza clave de un técnico sin audacia, resistente al cambio.

Si Fernández y Peñaranda fueron vinculados por su capacidad ofensiva en la B, que pecado habrán cometido para que se les ignore teniendo semejantes flaquezas arriba. O son ‘troncos’, o hay algo, y eso genera malestar porque el club no es casa de beneficencia.

P.D. Con 11 colombianos terminó el Once Caldas en el Campin, y eso que tiene 4 extranjeros inscritos en Dimayor. Mal ojo en las contrataciones, asignatura pendiente de Flabio, a quien también le debieron quedar claras obligaciones y derechos de una relación obrero-patronal.

Hasta la próxima…

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