LA PATRIA | Bogotá
Un fresquito el triunfo del Once Caldas en Techo por múltiples razones, y porque fue producto de la entereza, el deseo y el amor propio que pusieron los jugadores particularmente en el segundo tiempo, en el que agotaron hasta el último esfuerzo.
Victoria con argumentos, convincente, merecida, siendo superior al rival, teniéndose que recuperar al verse perdedor de forma inesperada por un autogol de Menosse, y con aciertos y apuntes exitosos desde el banco.
La etapa inicial fue pobre para ambos, faltos de ambición, sin ideas, y jugando lejos de los arcos. El esquema de tres en primera zona bloqueó la intención contraria, pero coartó el ímpetu ofensivo del cuadro de Torrente, carente de fútbol del medio hacia arriba.
Para el complemento el espíritu guerrero se dio cita, el ingreso del ‘Pato’ Pérez aumentó la intensidad de juego, el equipo se tocó, Piedrahíta y Quintero fueron claves, Arango encaró con decisión, y hasta Salazar entró enchufado.
Atrás quedaba Estupiñán, de buen fútbol aéreo, pero una sombra a la hora de chocar, y con cierto aire displicente, inaceptable para un muchacho de 18 años que está buscando camino y que recibe esta clase de oportunidades.
Lejos de relajarse, consciente de que los tres puntos eran inaplazables, y tras estar en desventaja, el Once Caldas se montó en el compromiso, Arango lo igualó con un golazo a su mejor estilo, y sobre el cierre otra perla, la de Marlon, para romper el enigma.
No puedo asegurar que haya estado en todos los partidos jugados en ese estadio bogotano ante ese rival, pero sí me perdí uno, no dos, y nunca vi salir feliz a la gente como en esta ocasión por el desahogo que significó la victoria.
Ya era un karma, llegar allí que no es fácil porque el parqueadero queda retirado en medio de unos plásticos azules que denotan obras de progreso lento, para luego abandonar con la acostumbrada derrota, de verdad no pintaba como el plan del viernes. Tanto es así que por primera vez hubo más público de Equidad Seguros, y en la tribuna extrañé los rostros de viejos aficionados que jamás faltaban, y que quizá se resistieron por los antecedentes en rendimiento y en cifras.
Pero se revirtió, y Torrente inscribió su nombre como el primer técnico en vencer a la joven escuadra capitalina, y aparte del gusto, y ese ‘fresquito’ que supone el ‘domar’ esa bestia negra, el resultado genera un manantial de ilusiones.
Primero porque el Once Caldas se metió de nuevo en la pelea frenando a uno de los candidatos a llegar, en un terreno difícil, inhóspito, que siempre lo vio caer, y porque se da en un momento coyuntural luego de tres presentaciones desapacibles. A renglón seguido porque enderezó la ruta, llegó a 22 puntos, y a falta de 15 con 8 estaría en la semifinal con un calendario cómodo en apariencia, aunque eso de rivales chicos sí que es un lío grande, y léanse Cúcuta y Águilas seguidos en Palogrande, Tuluá, Cali y Autónoma.
Positivo también porque se ganó con el uniforme blanco, lindo y que no vale la pena desvirtuar por creencias hechizas, y que luce de manera impactante. Además porque había que recuperar la fe del hincha, y la gesta fue un espaldarazo a la esperanza.
P.D. Después de lo que pasó con Menosse y la fuerte sanción que le aplicaron, a Wason Rentería debieron darle roja por agredir sin balón al mismo uruguayo al minuto ocho, como tampoco debieron terminar Bonilla y Arango por golpearse. Benévolo Machado, y suerte para el Once Caldas que con Johan marca un poco de diferencia frente a sus enormes debilidades en ataque.
Hasta la próxima…
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Pero se revirtió, y Torrente inscribió su nombre como el primer técnico en vencer a la joven escuadra capitalina, y aparte del gusto, y ese ‘fresquito’ que supone el ‘domar’ esa bestia negra, el resultado genera un manantial de ilusiones.
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