Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Ganó con un penalti, y está ahí en la pelea, contestando de alguna forma al favoritismo que le corresponde por historia –quizá no tanto por nómina– frente a los equipos con los que opta por un cupo a los cuartos de final de la liga.
El apretado triunfo en el Polideportivo puso al Once Caldas en carrera con un panorama abierto porque los rivales que siguen son Tuluá, Equidad y Huila –9 de 9 si se quiere clasificar– y con la obligación de hacerlo porque son lo mismo de flojos que Envigado.
En un campeonato absolutamente dividido, con grandes arriba muy superiores y chicos abajo que solo piensan en el descenso, el Once Caldas tiene la ventaja, en el lote intermedio, de un calendario cómodo y asequible.
Obtener una plaza dentro de los 8 es un deber, que no querrá decir premio, porque su fútbol es a cuentagotas. Las vías de gol no existen, la creación menos, se juega con pundonor, con ganas, y con unas limitantes que a veces producen pena.
Ver al Once Caldas actual no es el gran espectáculo, y hay que digerirlo desde el punto de vista resultados, sin muchas posibilidades de cambio porque las variantes se agotaron, las fórmulas salvadoras son mínimas, y los milagros no existen.
Hasta aburrido –y ustedes me disculpan– pero esa costumbre de planear una tertulia o hacer un programa para estar al frente del televisor, por lo regular termina en el desencanto de una actuación sin color, y contra Envigado no fue la excepción.
Soso primer tiempo, levantando en el complemento con la inclusión de Daniel Hernández, aunque José Fernando Cuadrado fue figura al sacar 2 balones con sello que hicieron sufrir cuando la victoria era cuestión de trámite.
Con 20 unidades las cuentas se tornan alegres, ojalá el fútbol también, pues de 21 por disputar con 12 se llega y se podrían garantizar ante los débiles, en el entendido de que se topará con Medellín y Santa fe, en ambos casos fuera de casa.
Lograrlo sería rutina si no fuera por esa ineficacia ofensiva cada vez más preocupante porque Viveros se ha ido quedando, Estupiñan no cuaja, Alessandrini no da, y Cure se nota torpe, para no mencionar el resto, que igual se dan la mano.
El técnico cree poco en Hernández, a quien debería llenar de confianza dado que es el de mejor pie, y volvemos a la antigua conversación de principio de año en el sentido de que el Once Caldas no tiene como hacer daño en la portería contraria.
Atrás lo inverso, centrales efectivos, laterales que cumplen, y un arquero inmenso, seguro, de una precisión enorme. Por eso el Once Caldas es lo mismo en cada jornada, resolviendo a su favor solo cuando se presenta una situación coyuntural.
Lo de Bucaramanga (0-3) fue excepcional, y ante Jaguares (4-0 de la tercera fecha) fue en la última media hora cuando se abrió el juego, hablando de los únicos éxitos holgados y de esos 7 tantos en 2 choques que son mentirosos frente a la realidad de los atacantes.
Se trata de cumplir y habrá que intentarlo, que no borrará la mala elaboración de un proyecto en el que Torrente tiene alta cuota de responsabilidad, más allá de la buena prensa nacional, y de las múltiples propuestas de trabajo que asegura tener.
Y si va a continuar, como expresó al desechar según Él hasta un ofrecimiento de la selección Argentina sub-20, que pida las armas que se requieren, que no haga alianzas con ciertos directivos, y que se afane por montar un plantel competitivo.
Si lo que quería era demostrar que sabía, le creemos porque con el discreto equipo que armó está cerca de clasificar, pero también sería bueno observarlo en la otra faceta, con un plantel ambicioso que juegue a buscar títulos y no a entreverarse en zonas de combate.
Hasta la próxima...
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