Parece que el escandaloso número de abstencionistas, no entendió la dimensión y el valor del voto en las elecciones que acaban de pasar; se les olvidó que nos estábamos jugando el porvenir de nuestros hijos y nietos. Tenemos que analizar y meditar qué es lo que realmente queremos. Creo que todos deseamos la paz y que se acabe el conflicto armado, pero... sin alcahuetería. Los jefes guerrilleros y sus secuaces deben estar en la cárcel, así sea por pocos años. Sé que la paz tiene sus costos, pero no tanto como lo sueñan Iván Márquez y sus segundones. Si somos realistas, para que la paz realmente se inicie, se debe terminar primero esta escabrosa y sucia campaña presidencial, asquerosa y mugrienta como pocas, con muchos odios y con dos candidatos que tuvieron actuaciones de garita.
Quiero conservar a mis amigos, así algunos sean políticos y otros no, y estén hoy por hoy lejos de mi ideología política. No quise votar por los abusos, arbitrariedades ni despotismo de Uribe, así como también pensé mucho en algunas actuaciones anodinas y grises de Juan Manuel. Su frase irresponsable como: "el tal paro agrario no existe", así como "sabemos dónde está Timochenko, pero...", ofenden al país nacional. Viene a mi memoria la famosa frase vergonzante de Álvaro Uribe cuando era presidente, la cual iba dirigida a unos parlamentarios, "voten antes de que se vayan para la cárcel", realmente produce pena ajena. Todos sabemos que Juan Manuel era liberal, pero por conveniencia fundó el partido de la U, buscaba llegar a la presidencia y... llegó; al llegar no quiso ser el bafle de Uribe como otros sí lo pueden ser y, por eso estamos como estamos, con las secuelas de una campaña llena de estiércol.
Aunque el pueblo colombiano ya no siente los partidos ni la religión, de cuando en vez pasa del falso moralismo a la realidad; ya nos dimos cuenta que la política es sucia y bellaca, por lo tanto algunos buscaron aparearse. En medio de tanta porquería, algunos preferimos la imperfección de lo que ya tenemos, a la aparente eficacia y abusos de la extrema derecha tirana y guerrerista. A Santos muchos le podrán decir incapaz y torpe sin sentir pánico, aunque algunos de mis amigos, unos pocos cercanos a él, dicen que es un hombre noble, serio y honrado; un gran ser humano que en algunos momentos piensa en grande, colocándole metas importantes a Colombia; con ambiciones transparentes, muy distinto a los Nule y a los nietos de Rojas Pinilla. En cambio... Uribe era y todavía es palabra de Dios, deseando de paso que no tengamos memoria reciente y que olvidemos las pilatunas de muchos de sus colaboradores.
Cómo podemos olvidar las chuzadas a la Corte Suprema de Justicia, la cual quería evitar la violencia y la corrupción jurídica rampante de la época, así como la fermentación de los que querían refundar el país; tampoco podemos dejar entre renglones el meretricio del Consejo de la Judicatura. Si hablamos de mermelada, ésta también se repartió y se otorgó a través de la Dirección Nacional de Estupefacientes de los bienes incautados a la mafia, llegando a manos llenas a algunos miembros del partido conservador. El ejemplo más notorio fue el de Andrés Felipe Arias, ministro de Agricultura del momento, con su famoso Agro Ingreso Seguro y todas sus consecuencias; pero el "arequipe" más violento fue el conferido y consentido para la reelección de Uribe, de tal manera que el ministro del Interior de la cosecha y de turno, Sabas Pretelt, fue destituido e inhabilitado por el procurador, el mismo Alejandro Ordóñez. Sabas y Diego Palacio, otro que recibió orden de repartir mermelada, aún esperan el resultado de investigaciones "profundas". Imposible de borrar de la memoria, la entrada a la casa de "Nari" por el sótano y en la oscuridad de alguna noche, del famoso "Job", cercano a don "Berna" y a algún empleado del palacio presidencial.
Juan Manuel no es santo de devoción de muchos, se ha equivocado demasiado y tiene que retractarse a menudo; en la negociación del proceso de paz ha dejado mucho qué desear por la alcahuetería del tal perdón y olvido, pero... la paz la tenemos que seguir buscando. No podemos olvidar que se está negociando con delincuentes y bellacos. Al menos no ha buscado alianzas con la nefasta ultra derecha, la cual también le encanta el olor a sangre. ¡Ojo! Que muchos siguen jugando con fósforos y gasolina y, con esa mezcla explosiva Colombia puede volver a la lucha partidista con sectarios de lado y lado. Por eso, para muchos, ni Juan Manuel que era liberal y ahora es de la U, ni ese gran señor y caballero como lo es Óscar Iván, merecían el honor de ocupar la presidencia de la república. Ambos le hicieron un gran daño a la democracia con esta burda, torpe y rústica campaña.
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