En nuestra Colombia existe el privilegio de la impunidad; no se cumple la ley, principalmente cuando se tiene el poder, el dinero, o algunas mañas creadas por los que tienen acomodo en alguno de los tres poderes que manejan mi país.
Creo que todo se debe a nuestra condición humana, impredecible y muy reprochable. No sé si sea natural, pero ciertamente muy peligrosa. Con mucho candor y pendejada decimos que es terrenal, pero realmente asusta. Parece que el país nacional no razonara, el hartazgo nos venció y ya el sistema es incapaz de buscar un mejor futuro para nuestros hijos. El modelo económico ya no sirve, no le creemos; mis paisanos están cansados de la desigualdad económica y de la corrupción, hay desespero por la violencia y la impunidad. Estoy seguro que todavía es difícil diferenciar entre un líder de verdad y otro locuaz o mentiroso.
El índice de transparencia internacional mide la corrupción, analizando de paso varias variantes universales o globales. 100 es nula corrupción, por lo tanto a menor cifra es mayor la descomposición. Con base en esto, los países menos corruptos son: Dinamarca (92), Nueva Zelanda (91) y Finlandia (89). Los más corruptos son: Corea de Norte y Somalia con (8), Sudán y Afganistán con (11) y (12) respectivamente. Sin ser adivinos, Colombia está entre los más corruptos muy cerca de México que tiene (35). Existen otros países con un índice diferente pero con unos presidentes que han sido o son una “plaga”. Cristina, Nicolás Maduro y Daniel Ortega son un verdadero ejemplo. Por esta razón, “ojo” con los izquierdosos de las Farc y el Eln.
La transparencia y la seguridad jurídica son fundamentales para evitar la corrupción... pero en Colombia, las dos brillan por su ausencia; no tenemos cultura de la legalidad; un ejemplo que vemos a diario es la obligación ética de presentar la declaración de renta de los funcionarios que llegan a ejercer un determinado cargo, pero no lo hacen. Incluso, deberían presentar también la de sus cónyuges, pero... mandan el conflicto de intereses por el sanitario pues están seguros que el 90% de esos actos delictivos no tienen castigo. Culpables de todo lo anterior son las altas Cortes, la Fiscalía, la Contraloría y la Procuraduría, fortines políticos de algunos personajes.
La corrupción es el principal factor de erosión y daño del Estado de Derecho, es un trascendental obstáculo para que un país se convierta en un lugar atractivo para invertir. Es claro que muchos de esos inversionistas traen y aumentan la corrupción, al ofrecer dádivas y porcentajes si les asignan los contratos, encuentran terreno abonado y el caldo de cultivo para sus fechorías. Recordemos a Luis Bedoya y sus amigotes de la Conmebol y la FIFA. El poder legislativo sigue creando leyes para no cumplirlas. El país está indignado, pues estamos viviendo una situación muy crítica principalmente por las dudas que nos está generando el proceso de paz con las Farc, donde aparentemente existe tolerancia, permisividad y alcahuetería con esos bandidos. Juan Manuel debe dar las explicaciones de rigor antes de votar el famoso plebiscito; parece que vamos a graduar a Iván Márquez y compañía como los “villanos del año”, Todos queremos la paz, pero una paz sin privilegios para tanto bandido reunido. ¡Enerva la prepotencia de Granda, Álape, Márquez y el bellaco de “El Paisa”! Colombia necesita una justicia transparente, parte fundamental de todo régimen político, aunque parece que vamos por el camino equivocado.
Nuestro pueblo pide justicia de verdad, las leyes que tenemos se aplican a medias y no nos protegen. Protegen a los delincuentes como los Nule, uno de los cuales ya tiene casa por cárcel, pues le dio depresión al mirarse en el espejo y verse gordo y la cara de granuja que tiene.
El reclamo de justicia no se va a resolver creando más leyes, necesitamos es que las buenas que existen se apliquen de verdad, pero para los colombianos de bien y no para los criminales.
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