Óscar Domínguez G. www.oscardominguezgiraldo.com
Hombre, Juan Guillermo:
Hoy, día del transportador y de su patrona la Virgen del Carmen, repasaré páginas de tu libro "Vidas de feria" que tiene como personaje central a tu taita, Romerito, chofer de camión International 1955.
Alzo la copa para brindar por los romeritos de la aldea global. Arduo destino escogieron para hacer patria y levantar cagueticas. Sus rudas manos no saben de delicados manicures; fueron hechas para lidiar con la fatiga diaria.
Cuando lanzaste el libro en Otraparte, en Envigado, estaba agripado, y me pareció que ir a repartir mocos y estornudos a diestra y siniestra era parte de mala educación.
Me veía "selfiándome" con tu viejo, Guillermo Romero Cuartas, tu hermano, y el resto de tu chamizo genealógico. También me sentí retratado con algunos de tus ex anónimos personajes de la feria de ganado de Medellín que en tu crónica tienen su warholiano cuarto de hora de fama.
Claro que con o sin tu venia, pensaba lanzarme al ruedo como hacen los conversos sectarios. No para proclamar que Dios me había liberado de las taras que me han acompañado con fidelidad canina.
Tampoco iba a proclamar, cual alcohólico anónimo, que había dejado el trago después de cuarenta años con sus noches agotando las espirituosas existencias de la fábrica de borrachitos de Antioquia.
No, pensaba denunciarte por plagio. Plagio en el sentido de que el libro lanzado por la editorial de EAFIT he debido escribirlo yo. Lo tenía pensado. El que guarda comida…
Digo que ese libro que escribiste era mío por varios motivos. El primero, que nuestros taitas fueron choferes de camión (mi padre los manejó primero y luego fue exitoso empresario del transporte); además, vos y yo nos ganamos los garbanzos como reporteros. Y estudiamos en la de Antioquia.
Claro que ni con mis mejores armas periodísticas habría podido escribir esa ternura de libro en el que me sentí biografiado. Habría agregado ante el respetable público que tenía tu libro pero que no lo había leído todo para que no se me acabara rápido ese maná-caviar periodístico.
Chicanearía ante los asistentes recordándoles que había leído antes que todos el primer capítulo del libro que se puede bajar con horqueta de www.universocentro.com.
Y seguiría diciendo que esa lectura privilegiada la hice en mi condición de jurado del concurso convocado en 2012 por la Alcaldía de Medellín, colección Becas a la creación. Los demás jurados fueron el sociólogo y escritor Carlos Castillo, y Pascual Gaviria, un garufa que luce arete en la oreja para no parecerse a ninguno y marcar territorio.
Los tres votamos felices y en patota por tu crónica escrita en clave de humor de la mejor ley. Tomamos la decisión en menos que dice adiós un rayo.
Todavía nos debés hartos libros, Romero. Tenés cuerda. Lo juro por las cenizas de los gatos de los camiones de nuestros taitas.
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