Óscar Domínguez Giraldo www.oscardominguezgiraldo.com
No recibí una miserable felicitación "el día del hombre" el 19 de marzo, día de san José, un virtuoso de la garlopa pero incumplido a morir para no hacer quedar mal al gremio.
Me quedé esperando la Cruz de Boyacá, el regalo de los trinos completos del senador Uribe Vélez, las memorias de los últimos veinte ministros de Hacienda, una lupa para leer el kilométrico "no aplica" de las promociones, el regalo de la pastilla que me permita perdonar y encimar olvido, un pararrayos portátil, alguna flor para mascar, la invitación a un almuerzo de esos que disparan los triglicéridos. Nada de nada.
Ojo: No me quejo porque el día de la mujer se haya celebrado con todos los juguetes. Se lo merecen por ser quiénes son. Simplemente, registro una realidad inmensa como abrazo de traidor.
Los hombres somos prescindibles como la semana que ya pasó. ¿Ese olvido que seremos, que somos, se debe a que no hemos hecho bien la tarea? Pa qué les digo que no, si sí.
No aparecimos ni en el pasa del periódico. Ni nosotros mismos nos dimos cuenta de la tal efeméride. Fenalco se quedó con los crespos hechos. No le dimos papaya al consumismo. ¡Alegría!
Hablo del día 19 por inercia, por activar las falanges con las que he levantado para los garbanzos en mi vida laboral. Y porque de pronto despertamos con ganas de dejar constancias estériles que irán al basurero de nuestra historia.
No hablaré pestes del colectivo que me tiene entre sus integrantes porque nadie está obligado a declarar contra sí mismo, pero esta ninguneada de la que hablo me ratifica en la sensación de que el varón domado está sin inventar del todo, como los celulares.
Estuve repasando en ese gran libro de ficción que es la Biblia (Borges) la vida de san José a ver qué clono del carpintero mayor para hacer méritos "de cara" a la celebración de 2016.
Por lo que cuentan los colegas reporteros-evangelistas, el padre de Jesús no daba qué hacer, nunca puso cuernos, no se incomodó porque María traía la tarea adelantada, no se gastaba la quincena en vino y nazarenas. No nada. Incorporaré parte de su legado a mi menú diario.
Felizmente, el sábado 21 de marzo se celebró el día del silencio en una isla indonesia. (Gandhi guardaba silencio los lunes. Esa dieta de silencio lo mantenía delgado y le alborotaba la vena pacifista con la que sacó tallados a los ingleses de India).
También guardé pacífico silencio ese sábado en represalia por no haber hecho méritos para que me felicitaran estrepitosamente el 19 de marzo. (Yo "también tampoco" felicité a nadie).
Aunque en vez de quejumbres sería mejor camellar para mejorar en este oficio de ser hombres. Es muy alta la talla que ellas nos pusieron desde siempre.
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