Óscar Domínguez Giraldo www.oscardominguezgiraldo.com
Cuando sea grande quiero ser niño, decía Picasso. Más modestamente, cuando crezca (¿) quisiera ser contratista. Sobre todo de la Fiscalía que adjudica contratos a dedo.
Para empezar a disfrutar de la piñata de contratos por $10.200 millones publicada en los diarios, empezaré por cambiarme de nombre. Con el que tengo no doy un brinco.
Así que para efectos prácticos de pellizcar el presupuesto de la manirrota Fiscalía, me llamaré Oskar Von Dominguetten.
Sentada esta declaración de principios, o la visión-misión de mi compañía de papel… higiénico, revelo solo parte mi exclusivo portafolio de servicios (es mejor no soltar todo el rollo porque me madrugan otros más avivatos): Como Timochenko y sus nada festivos muchachos de la guerra están que cierran la tienda como productores de coca, hemos diseñado un manual para tramitarles la pensión de jubilación. Será una jubilación exprés, a tono con los tiempos. La idea básica es agilizarles el tránsito de todas las formas de lucha a las distintas formas de locha.
Eso sí, lamento informarles a los guerrillos que la de ellos no excederá las megapensiones que han empezado a reaparecer en cabeza de “viejecitas sin nadita que comer…”.
Promoveremos entre la guerrilla del Eln la lectura solo de los tercetos de los sonetos. Anticipamos que se trata de un mecanismo subliminal para que Gabino y su gente aprendan a respetar los derechos humanos de los oleoductos. Y se sienten a echar paja con el negociador oficial, José Noé Ríos, quien sigue en busca de sus parientes paisas, los Ríos perdidos.
Nuestra compañía ha diseñado un mecanismo que permite medir el impacto del punto y coma en la generación de las distintas formas de violencia que Dios en su magnífica bondad nos dio. Con nuestro popurrí de asesores tenemos de un cacho un instrumento que permitirá modificar los colores del semáforo de tal forma que los alzados en armas que se desmovilicen antes del cuarto mes que les dio el presidente Santos, no tengan problemas a la hora de atravesar la mockusiana cebra de regreso a la civil.
No se nos escapa el vecino presidente Maduro, de Venezuela. Hemos rastreando lo que hay detrás de tantos lapsus, incluidos sus millones y millonas, las apariciones del pajarito, y sandeces afines. Las conclusiones están a disposición del Fiscal y su sanedrín. (A propósito: ¿Los abogados de la entidad están dedicados a resolver crucigramas que tienen que contratar a otros profesionales?).
Y como no puedo acaparar toda la torta, anticipo que tenemos un mecanismo infalible como el papa Francisco para que se agilice lo de La Habana: que el diálogo se traslade a los paladares de la capital cubana, al cabaré Tropicana o a Dos Gardenias. Oyendo boleros estaremos más cerca de la paz que con los áridos discursos de los negociadores De la Calle y Márquez.
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