Mary Philomene Tiernan, de 77 años, religiosa de la comunidad del Sagrado Corazón de Jesús, de Australia, una de las 298 víctimas del avión de Malaysia Airlines abatido en junio bajo el cielo de Ucrania, dedicó su vida de educadora a esculpir el león que hay en las personas.
Dos de sus cuarenta y cinco sobrinos nietos, Mateo y Patrick Domínguez, son hechura de taita colombiano con madre cangura. Noviembre, mes con olor a gladiolos, es un buen pretexto para evocar su legado.
"Amó con todo su corazón, se dio infinitamente a todos y a cada uno", dijeron su hermana Madeleine Patricia y su hija Josephine Wright en el oficio religioso que se realizó en Sydney, días después de su muerte.
"Estuvo tocando el corazón de las personas alrededor del mundo", recordaron. La andadura de la tía Phil, como le decía su entorno, la llevó por Europa, Asia, Latinoamérica. Dejó su huella en Australia y Nueva Zelandia.
"Fue demasiado prudente para pertenecer a un partido político, pero no era apolítica". En el discurso de Cristo encontró el maná ideológico necesario para forjarse como decidida defensora de la justicia social.
Su oficio fue darse dentro de su comunidad, en su familia y fuera de ella. "Amó, influenció y le llegó a muchas personas en el mundo… Fue maravillosa, inteligente, fuerte, decidida, llena de amor y de alegría. Hacía felices a las personas. Ayudaba, perdonaba, olvidaba, pero, sobre todo, amaba", dijeron también Madeleine y Josephine, nuestra nuera, en su obituario.
Sus familiares y colegas de la comunidad de la que fue provincial y maestra de novicias, la recuerdan como maestra, líder, consejera espiritual, teóloga, especialista en liturgia, facilitadora de retiros.
Siempre participó en los grandes acontecimientos familiares. Seguramente, su vanidad se alegró cuando el Concilio Vaticano aflojó las riendas y le permitió lucir su belleza física, "mostrar sus rizos castaños".
"Las circunstancias de la muerte de Phil fueron trágicas y violentas. Paradójicamente, la vida de Phil fue ordenada, pacífica y llena de gozo", destacaron su hermana y sobrina en la lectura a dos manos que hicieron.
La hermana Mary Shanahan, de la misma comunidad, hizo énfasis en su condición de "moldeadora" de vidas, de acuerdo con el testimonio de una de sus alumnas. "Esto me recuerda la historia de un niño que vio a un escultor tallar un bloque de mármol. Cuando volvió a pasar no vio un bloque sino un león. Entonces el niño le preguntó al escultor: ‘¿Cómo sabía usted que había un león en el mármol?’. Como educadora, Phil ayudaba a "esculpir" el león que hay en cada persona, a descubrir la belleza interior".
Para la hermana Mary, los dos últimos meses de vida en Europa, los dedicó a esculpir su propio pedazo de mármol. "Estoy viviendo en el cielo", le comentó a una amiga exalumna que le preguntó por su vida.
Días antes de su trágica partida, una religiosa irlandesa había puesto en sus manos un poema que dice: "Listos o no, algún día todo llegará a su fin. No habrá más amaneceres, ni minutos…".
Sus sobrinos nietos, Mateo y Patrick, de cuatro años, volaron por primera vez en avión de Melborune a Sidney para asistir a los oficios religiosos por la tía Phil. Los mellizos fueron informados de que la hermana había perecido en un accidente de aviación, sin más detalles. Llegados a Sidney, Mateo dijo: "El piloto del avión de la tía Phil no sabía manejar. El de nosotros sí". La hermana Phil ha debido esbozar una cierta sonrisa desde su espléndida eternidad.
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