Óscar Domínguez Giraldo www.oscardominguezgiraldo.com
El pintor Fernando Botero, quien apacienta en Medellín su rebaño de obesas pluscuamperfectas, tal vez no sepa que todos los días reencarna en un mosaico que hay en Fizebad, al oriente.
La última vez que estuvo faltaron escuálidos centímetros para que viera el mosaico: se trata de una de las ilustraciones que hizo para el libro de Juan Gossaín "La balada de María Abdala".
El mosaico es obra del yarumaleño Iván Darío Gil Bolívar, quien ya tiene el imprimatur para hacer el que será el mosaico de cara más grande del mundo: el del padre Rafael García-Herreros.
El sucesor del cura cucutoche, padre Diego Jaramillo, yarumaleño puro, le impartió el nihil obstat. El mosaico quedará en la plazoleta del Minuto de Dios, en Bogotá.
García-Herreros está empacado en los módulos que se convertirán en mosaico en un abrir y cerrar de párpados. En cualquier momento, un prosaico camión arrancará para Bogotá con la frágil y preciada mercancía artístico-religiosa.
Gil Bolívar no puede ver una pared virgen porque enseguida se la imagina con mosaico incorporado. Por eso cuando va a la plaza Botero se le vuelve agua la boca mirando la pared donde podría quedar otro gigantesco mosaico del pintor antioqueño quien hoy inaugura el Tren de la cultura El Circo.
Tiene todo fríamente calculado: solo le falta el beneplácito de Botero -y de los responsables del Museo- para arrancar.
La instalación del mosaico de García-Herreros coincidirá con los sesenta años de creación del programa de televisión El Minuto de Dios que dirige el padre Diego, el Sánchez Cristo de Dios.
Sin duda, es el más viejo del mundo. Lógico que también tenga el mosaico más grande. Lo veo en las páginas del Guinness Récord.
Los sesenta años se cumplieron el 10 de enero, pero este mes fue hecho para otros menesteres como pagar facturas y sobrevivir al guayabo decembrino.
Conté alguna vez que el programa de televisión sirve hasta para demostrar la existencia de Dios. Sucedió cuando una niña le aseguró a su escéptica madre que Dios existe. A la pregunta de cómo lo supo, la chiquitina, Natalia Duque, le respondió: "Porque tiene un minuto en la televisión". La hoja debida artística de Gil Bolívar es breve como suspiro de monja, pero contundente: En Jericó volvió mosaico a una monja, la madre Laura. Y como es católico de amarrar en el dedo gordo, también le hizo gigantesco mosaico en Angostura al padre Marianito, que trota hacia los altares.
De la mano del padre Diego Jaramillo y su equipo, García-Herreros empezó el parsimonioso cursillo para santo. Marianito y el cura eudista no tienen padrinos tan encopetados en el Vaticano como madre Laura. Tampoco tienen afán.
Son conocidos también los mosaicos de Marco Fidel Suárez que ha hecho Gil para el metro de Medellín. Si Botero se deja, será perpetuado en mosaico.
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