Ricardo Correa Robledo ricardocorrearobledo@gmail.com

Muchas veces es difícil encontrar papel higiénico, jabón, aceite, azúcar, harina de trigo y de maíz, café, shampoo. Para comprar determinados productos existe una especie de "pico y placa", pues solo se puede en un día establecido según el número de la cédula. Al comprar pañales se debe mostrar con frecuencia la partida de nacimiento del bebé. En los hospitales públicos es aterradora la falta de medicinas e instrumentos, por lo cual, todo el mundo hace un esfuerzo para poder pagar una clínica privada, las cuales no dan abasto y tampoco es que anden muy bien de insumos. La gran mayoría de los productos de consumo son importados, hasta un 90%. Marcas reconocidas son remplazadas por productos de Nicaragua, Bolivia y otros países sin tradición industrial, con la obvia consecuencia de la baja calidad y confiabilidad. El Gobierno ha expropiado más de mil quinientas empresas, las que han quedado bajo manejo estatal o de los trabajadores; el resultado ha sido el colapso del aparato productivo del país pues la conducción de estas compañías luego de la intervención ha sido desastrosa a causa de la ineficacia y la corrupción. En los supermercados hay empleados que se han "asociado" con los ‘bachaqueros’, que son los especuladores de oportunidad. Aquellos avisan a estos cuando llegan productos para que los compren en grandes cantidades y después los revendan a precios exorbitantes.

La inflación ronda el 70% anual, el déficit fiscal ha superado los últimos años el 10% del PIB, el crecimiento económico es recesivo, los ingresos fiscales dependen un 90% de un petróleo que tiene los precios por el suelo, la tasa de cambio es esquizofrénica pues existen tres: 6,3; 50 ó 190 bolívares por dólar. Los amigos del gobierno, conocidos como "enchufados", obtienen el dólar a 6,3 para luego venderlo a 190, lo que constituye un camino rápido a la riqueza, eso sí, con consecuencias desastrosas para la economía y las personas que padecen las penurias diarias. Hay más de U$25 mil millones de dólares de divisas ‘embolatados’. El gobierno fija precios de venta que hace imposible la producción de bienes y servicios, pues sale más cara la producción que la venta, entonces las empresas cierran o paran. Y los pocos que tienen la manera de seguir produciendo son casi que paralizados por las ‘visitas administrativas’. El Grupo Polar recibió solo en este enero 60 visitas.

PDVSA, la empresa de petróleos estatal, pasó de producir 4 millones de barriles al día a tres millones. Solo que ahora tiene cuatro veces más personal. Por su parte los ministerios se multiplican a diario, pueden existir más de treinta. Hay un ministerio de la felicidad. Eso sí, muchos ciudadanos sospechosos de ser opositores al régimen tienen vedada la entrada a muchas oficinas públicas.

El poder judicial es un lacayo del gobierno. En 2009 el presidente Chávez pidió 30 años de cárcel para la juez María Lurdes Afiuni. Una semana más tarde ya estaba detenida bajo las condiciones más penosas. Hoy hay más de treinta alcaldes amenazados por Maduro, en vivo y en directo por televisión, de que tendrán una causa judicial. En cuanto a las fuerzas de seguridad, se ha ido evidenciando que muchas de las bandas de secuestradores que están azotando a Venezuela tienen entre sus miembros a uniformados en ejercicio. La semana pasada cinco estudiantes universitarios fueron asesinados de un tiro en la cabeza. Antes de esto se supo de su detención. Varios twiteros han sido arrestados luego de que el gobierno considerara sus mensajes como ‘desestabilizadores’. 

Estos son efectos de un régimen político basado en el odio. Los últimos estertores del socialismo real. Y todo justo en el momento en que Cuba empieza a cambiar de rumbo, que busca corregir tantos errores acumulados, que se vislumbra un cambio positivo, un aire nuevo, más humano. Esa es la gran paradoja. Ojalá a Venezuela llegue un tiempo mejor.