Para satisfacer el consumo que tenemos hoy en día como especie humana se requieren los recursos de planeta y medio. Es decir, nos estamos gastando más de lo que tenemos y no estamos ahorrando nada. Y si las cosas siguen como van, en el 2030 necesitaremos dos planetas. Lo que quiere decir que en algún momento, si no cambiamos de dirección, habremos acabado con la tierra. De 1970 a 2010 las poblaciones de animales terrestres se han mermado en un 39 %; las marinas en otro 39 % y las de agua dulce en un 79 %. En cuanto a los peces la merma ha sido del 52 %. Estos son solo algunos datos que proporciona el informe bianual "Planeta vivo" que realiza la World Wildlife Fund for Nature - WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza). Lo que en últimas revela es un empobrecimiento vertiginoso y silencioso que nos estamos causando como raza humana y que estamos extendiendo de manera cruel a otras especies.
Hay dos conceptos que el informe de este año resalta de manera permanente: la huella ecológica y la huella hídrica. El primero hace referencia a la capacidad de regeneración de los recursos naturales respecto al uso que hacemos de ellos. Cortamos más árboles de lo que podríamos teniendo en cuenta su proceso de maduración. En la pesca no dejamos que las poblaciones de peces se reproduzcan. Mandamos mucha más basura y desechos a la tierra de lo que ésta puede recibir y procesar. Y para hacer la noticia peor, el daño es mucho mayor en los ecosistemas tropicales, como el colombiano y latinoamericano. En el mundo entero se destruyen al año 13 millones de hectáreas de bosque, buena parte en selvas tropicales como las nuestras.
La huella hídrica por su parte nos muestra cómo usamos el agua y qué demanda estamos haciendo de ella. Lo primero que hay que recordar es que del agua disponible en el mundo 97 % es de mar, y del 3 % restante solo el 1 % se puede utilizar. En usos agrícolas y ganaderos estamos consumiendo casi toda el agua (92 %) y es muy poca la que queda para el consumo humano directo, con el agravante de que 800 millones de personas no tienen acceso seguro al agua y casi 3.000 millones sufren de escasez de este líquido en algún momento del año dada su dependencia de determinadas cuencas hidrográficas vulnerables.
Por su parte, la producción de CO2 como componente de la huella ecológica ha pasado del 36 % al 53 % de 1961 a 2010, lo que hace imposible su reabsorción completa trayendo efectos tan negativos como el calentamiento global.
Las causas de este desastre son muchas. Es obvio que hay necesidades que cubrir: alimentación, vestido, techo, transporte, cultura, entretenimiento, etc. Lo que sucede es que en el camino para satisfacer estas necesidades estamos arrasando con todo, y también en el camino nos hemos vuelto muy ambiciosos y "tragones". Solo dos datos: los países ricos consumen cinco veces más que los pobres; y si todos consumiéramos como los Estados Unidos, requeriríamos cuatro planetas para dar abasto.
Hay responsabilidad de todos: gobiernos, empresas e individuos. Como acto de supervivencia tenemos que modificar usos y costumbres. El crecimiento económico no se puede hacer quemando la casa, comportándonos como pirómanos de nuestro propio hogar. El reto es para todos.
La coyuntura para Colombia puede ser afortunada en esta materia. Los acuerdos de paz tienen como su primer punto el tema agrario con énfasis en la vida de los campesinos. Tal vez estos en un escenario de paz podrán convertirse en los guardianes de los tesoros naturales que tenemos. Así como lo hacen Cristina y Lorena Jaramillo en Santuario - Risaralda.
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