Con el paso del tiempo, el proceso de paz entre el Gobierno colombiano y las Farc se está volviendo algo cotidiano de la vida social y política del país. A pesar de esto sigue siendo el corazón del debate nacional, en torno al cual giró, nuevamente, la última campaña presidencial, y con seguridad será tema de encendidos debates en el Congreso de la República. Sus más duros críticos argumentan que a estas alturas ya debería estar firmado un acuerdo final. Sin embargo, es bueno recordar que todos los procesos de negociación de conflictos bélicos alrededor del mundo tardan años, y hasta décadas, casi todas las veces yendo y viniendo entre la mesa de conversación y la confrontación.
Afortunadamente, todo parece indicar que esta sentada será la última, pues las noticias que la misma mesa de negociación produce nos indican que solo se levantarán con un acuerdo final entre las manos. Esa pareciera ser la intención de las partes. Respecto a la guerrilla, si bien quiere dilatar la negociación, no lo hace para recuperar un aliento militar que le permita tomar suficiente aire para disputarle el poder al Estado. Lo hace más bien para ganar lo más que pueda en la mesa para mejorar su condición de actor político una vez dejen las armas. A la par de esta tendencia general el proceso de paz tiene por delante sus más grandes retos, verdaderos cuellos de botella y dilemas difíciles de afrontar.
Tres hechos relevantes habría que destacar en este justo momento. El primero es la llegada de militares activos a trabajar directamente con la mesa de diálogo en La Habana. Es la primera vez en treinta años de negociaciones con las Farc que militares en ejercicio se vinculan a labores del proceso de manera directa y permanente. El general Javier Flórez, hasta hace muy poco Jefe del Estado Mayor Conjunto, será de aquí en adelante jefe del Comando de Transición, es decir, del paso de la guerra a la paz. Si bien con seguridad hay militares activos que se oponen a cualquier posibilidad de un acuerdo con las Farc, la llegada del general Flórez es una muestra alentadora del respaldo que el estamento militar está brindando al actual proceso de negociación. Y ésta es la mejor noticia que el país puede tener. Las tareas del Comando de Transición están ligadas a preparar la desmovilización y la dejación de armas. Aunque no cabe duda que con total discreción empezarán los militares del proceso a sentar las bases para que se pueda suscribir un cese al fuego que corte de una vez por todas con la violencia inútil que se sigue produciendo por cuenta de la confrontación.
El segundo hecho notorio que emana de La Habana es la creación de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas o Comisión de Esclarecimiento. Por acuerdo de la mesa un grupo de doce académicos y dos relatores entregará en un término de cuatro meses doce informes individuales y un informe final sobre tres temas: los orígenes y las causas del conflicto armado, los factores que han incidido en su persistencia a través del tiempo y los impactos que la confrontación ha traído al país, básicamente en la población. Si el objetivo de la creación de esta comisión es traer a la luz textos que contribuyan a ponerle punto final a esta guerra, más que bienvenida. Estos informes, más el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica y los registros de una futura comisión de la verdad, serán el archivo de esta guerra de sesenta años, una especie de enciclopedia que nos ilustrará un camino que no podremos volver a transitar.
Por último es bueno llamar la atención sobre la complejidad que este esfuerzo por la paz implica. De seis puntos de la agenda ya se han discutido tres, sobre los cuales se ha llegado a acuerdos parciales. La mesa está trabajando en este momento en el tema de víctimas, que junto con el de la situación jurídica de los guerrilleros, especialmente de sus jefes, son los dos temas más sensibles de la negociación. Solo de los tres puntos de la agenda ya discutidos han surgido veintiocho asuntos pendientes, es decir aquellos sobre los que no hubo un primer acuerdo en la mesa. Todos ellos supremamente complejos y difíciles, como bien lo deja ver el ex diplomático cubano Tony López, gran conocedor desde hace muchos años del conflicto armado colombiano y de estas negociaciones, en su artículo "Los agujeros negros de la mesa de La Habana", en el portal digital Las2orillas (http://www.las2orillas.co/la-verdad-lo-que-esta-ocurriendo-en-la-mesa-de-la-habana/).
Todavía falta mucho y la cuesta más empinada apenas se insinúa. Pero no cabe duda que la oportunidad para la paz es grande y bien vale la pena un gran
esfuerzo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015