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La manera como se han desarrollado los diálogos de La Habana ha sido efectiva y pertinente. La idea de llegar a acuerdos parciales ha estado rindiendo sus frutos. Ahora que los tres acuerdos pactados se han hecho públicos se confirma el hecho de que se está transitando el camino hacia la paz. No quiere decir que lo que falta sea fácil, todo lo contrario. Lo que sucede es que lo logrado hasta ahora nunca antes había sido posible y le da un impulso a las negociaciones que las va moviendo a un punto de no retorno.
Si se lee con atención los textos de los tres temas convenidos a la fecha, los cuales se encuentran en la página www.mesadeconversaciones.com.co, veremos que lo acordado es sensato y realizable, que obedece al espíritu de una sociedad democrática y equitativa y que para nada es la cuota inicial para un régimen autoritario de izquierda. Se podría decir que lo acordado obedece a un deber ser de una sociedad democrática moderna, algo así como una prolongación de la Constitución de 1991. El gran reto es saber si podremos cumplir con los mandatos que emanan de estos acuerdos, pues requieren una seria voluntad de quienes tienen el poder para implementarlos y un vigoroso fortalecimiento institucional en todo el Estado.
El primer punto es la reforma agraria integral y tiene su epicentro en la vida de los campesinos, la restitución de tierras, la reparación del daño que se les ha causado a estos en medio siglo, o más, de violencia, la posibilidad de que sean propietarios de la tierra que trabajan y la sostenibilidad ambiental.
El segundo punto es sobre la participación política. El gran cambio que introduce, que por obvio pasa desapercibido, es que las Farc acuerdan hacer política sin armas, lo que es la razón de ser de la negociación. El énfasis mayor es sobre el ejercicio de la oposición y la protección para las personas y organizaciones que la ejerzan, especialmente procurar que no maten a quienes participen en la política desde esta perspectiva en un momento dado.
El tercer punto acordado es sobre la solución al problema de las drogas ilícitas. Aquí el núcleo de lo pactado está en los cultivos. Se crea la enorme tarea de que estos sean sustituidos de manera voluntaria de la mano de una vigorosa intervención institucional en los territorios afectados que lleve bienestar a sus pobladores.
En estas mismas materias pactadas siguen existiendo desacuerdos entre las partes. Al leer los puntos sobre los cuales la distancia sigue siendo enorme se puede evidenciar una gran dificultad para dar un paso adelante. Sin embargo, la magia de negociaciones como estas es poder crear soluciones nuevas al interior de la mesa, que antes no eran pensadas por nadie, y así resolver problemas que parecían insolubles. En La Habana con seguridad llegarán a estas soluciones. Una posible sería dejar parte de estos asuntos para el escenario político post acuerdos.
Por estos días, y tal vez hasta diciembre, la mesa está trabajando en el más sensible tema que tiene entre manos: las víctimas. Los relatos de personas que han asistido a los encuentros de víctimas con los equipos negociadores de gobierno y Farc son tremendamente conmovedores. Confiemos en que los testimonios de quienes han padecido la guerra en su forma más cruel penetren las fibras más profundas de todos los responsables de lograr el acuerdo final. La petición más sentida de quienes han viajado a Cuba para relatar su dolor es que pare la guerra de una vez por todas y se logre un tratado de paz.
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