Andrés Hurtado García
A Freya Stark la han llamado la última gran viajera y vivió 100 años, entre 1893 y 1993. Era británica y sus principales exploraciones ocurrieron en el Oriente Medio, siempre en los desiertos. Exploró el valle de la Secta de los Asesinos y redescubrió la fortaleza de Alamut. Fue tan afortunada en su vida exploradora como desgraciada en su vida sentimental. Fue condecorada con la Orden del Imperio Británico. Gran escritora, dejó muchos libros preciosos sobre sus viajes.
En otro viaje a la selva leímos con profunda emoción el libro "En el país de la muerte blanca", escrito por el ruso Valerian Albanov. Apenas ahora el mundo está conociendo quién fue este hombre y la impresionante proeza que realizó, a pesar de que su libro fue escrito en 1917. Los que saben del tema, dicen que no hay derecho a que el mundo de la cultura desconozca quién fue y lo que hizo este hombre. Lo suyo si no sobrepasa en heroicidad a la terrible aventura de Shackleton y a las ejecutorias de Scott, Fridtjof Nansen y Nordenskiöld, sí está a la misma altura. Y casi nadie sabe, repito, quién fue Valerian Albanov (1881-1919). En el ocaso del zarismo, en octubre de 1912 el barco Santa Ana se adentró en el Ártico buscando lugares propicios para la pesca. El barco fue atrapado e inmovilizado por los hielos durante todo el año de 1913. ¡Un año entero! En el 14 las olas y los hielos fueron llevando el barco desde el mar de Kara hacia el Ártico. Tanto el capitán Georgy Brousilov como los marinos y pescadores esperaban que al fin el mar los sacaría del "apuro". Llevaban suficientes provisiones que de todos modos se fueron acabando. El segundo al mando, Valerian Albanov, obtuvo del capitán permiso para salir del barco y tratar de llegar, con 11 compañeros a tierra firme, a alguna isla donde pudieran tal vez salvarse y buscar ayuda. El capitán les dio el permiso porque así con menos bocas, las provisiones durarían más; además, los dos hombres no hacían sino discutir y en veces llegar a las manos; se odiaban. Pues bien, las penalidades realmente sobrehumanas que vivieron y soportaron los 12 hombres no tienen comparación, ni siquiera con las más trágicas de la exploración de la Antártida, como por ejemplo las de Ernest Shackleton y el salvamento de sus compañeros del Endurance. Al final luego de varios meses llegó Albanov con Alexander Konrad al Cabo Flora de la isla de Francisco José donde fueron rescatados por un barco que pasaba. Los demás compañeros, unos murieron en "el camino" y otros se separaron del grupo y nunca aparecieron. En la hambruna tremenda que sufrieron tuvieron que racionar la comida y por poco fusilan a uno de ellos que robó por la noche una galleta. Las peleas con las terribles y asesinas morsas fueron constantes. Del barco Santa Ana y de sus tripulantes nunca se supo. Una expedición se organizó tiempo después para ir a buscarlos y no hallaron ningún rastro. "El peor viaje del mundo" se titula el libro, justamente "super" famoso (así hablan los gomelos, super, super, super,.. hoy todo es super) de Apsley George Benet Charry-Garrard y en él narra la odisea para conseguir y llevar a Inglaterra desde la Antártida unos huevos de pingüino emperador. El peor viaje es el título, pero peor que el viaje de Albanov no fue. Libros así, emocionantes, leemos en las expediciones. Historias que reconcilian con lo más valioso del ser humano, historias que enseñan coraje e incitan a amar aún más el planeta hermoso que tenemos.
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