Llegaba el momento cumbre de mi visita a Vigo, caminar, admirar, sentir, gozar de las Islas Cíes. No pude tener mejor compañía: Chus Lago, la admirable mujer, la novia del Polo Sur, como la llamo yo y Gerardo Fernández. Este "chaval" conoce todos los detalles de la flora, la fauna, las rocas y la historia de las islas; es un enamorado de ellas y su pasión es contagiosa.
Las islas, graníticas en su totalidad, pertenecen a Vigo y forman parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia. Se llama así el Parque porque las Cíes no son las únicas islas de Galicia; las otra son: Las Malveiras, Ons, Cortegada, Noro, Sálvora y Vionta.
Las Cíes se encuentran a 14 kilómetros de Vigo y son la cortina, el bello paisaje que cierra la bahía y son visibles desde todas partes de la ciudad. Son tres: Norte o Monteagudo, Del Medio o do Faro y la Isla Sur o San Martiño. Las dos primeras están unidas entre sí por una bella escollera y una playa de arena llamada Praia de Rodas y pueden recibir un máximo de 2.200 personas por día. La tercera no está abierta al turismo.
The Guardian, el prestigioso periódico inglés, declaró a Praia de Rodas como la playa más bella del mundo. Realmente es espectacular. Las islas han sido declaradas ZEPA o sea zona especial de protección para las aves.
A pesar de que la longitud de las islas no pasa de algunos kilómetros los biólogos han contabilizado 22.000 parejas de gaviotas patiamarillas que constituyen la mayor colonia de estas aves en el mundo. También hay 2.500 parejas de cormoranes y 400 de arao ibérico. Esta riqueza ornitológica se completa con muchas otras aves residentes y migratorias.
Tomamos el barco del Parque Nacional, gentilmente cedido por el director del Parque, en el puerto de Vigo, en un día esplendoroso; ni una nube aparecía en el cielo, que se unía así a mi ilusión por conocer las afamadas islas.
Desde lejos se distinguen, casi negros en su oscuro verdor, los bosques de pinos y eucaliptos con los que en determinado e infeliz momento poblaron las islas hasta cubrir casi la cuarta parte. Así desaparecieron especies autóctonas como la higuera. El sotobosque lo forma sobre todo el retamo espinoso, especie europea como su nombre científico lo indica: Ulexeuropaeus. Esta planta figura en la lista de las Cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo. El retamo comparte el sotobosque con la jara, otra planta arbustiva muy común en los montes rocosos de España y que tiene una sustancia pegajosa y olorosa y grandes flores blancas.
Desembarcamos en un largo muelle de madera y mi cámara fotográfica comenzó a enloquecerse al contemplar, ella y yo, la Praia de Rodas; el mar al bajar había desnudado una playa de limpísima arena blanca toda ella adornada con miles de dunas pequeñitas. Me acordé en ese momento del periódico The Guardian.
Por estas playas anduvieron los romanos y se dice que incluso Julio César atacó aquí a los Herminilos. Leyenda o verdad, pero el "chisme" histórico no le hace mal a las islas, todo lo contrario. En todo caso no pude saber quiénes fueron los tales Hermilinos. Los monjes que siempre buscaron soledad para meditar y rezar poblaron las islas en la Edad Media. Se sabe de los benedictinos que hicieron presencia en el siglo XI. No podían faltar los piratas y bandidos, en este caso los turcos y normandos y el enconado enemigo de España al servicio de su "gracious Queen", Francis Drake. El pirata, bandido para los españoles y héroe para los ingleses, atacó y asoló Vigo.
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