Hablábamos del Mont Cascade que pertenece al Parque Nacional Banff tan publicitado en almanaques y folletos de turismo. El río Cascade que nace en el Mont Cascade lleva sus aguas al lago Minnewanka, lago tan hermoso como sonoro es su nombre y que es uno de los lugares del oeste canadiense donde existe más fauna silvestre. Precisamente allí tuvimos el primer encuentro con un oso negro y con los ciervos. Minnewanka en sioux significa “agua de los espíritus” y con sus 27 kilómetros es el lago más largo de los parques de las Montañas Rocosas del Canadá. En la misma zona visitamos los lagos Two Jack y Johnson, también hermosos, rodeados por bosques de pinos. Y hablando de bosques de pinos, los tan poco queridos bosques que empresas ávidas de dinero sin importarles el medio ambiente cultivan en Colombia, estos bosques son los que campean en todo el oeste canadiense. Kilómetros y kilómetros de ellos bordean las carreteras, decenas, centenas, miles de kilómetros. Y no puedo negar que aquí en Canadá son hermosos. De una lista de los nueve lagos más bellos de Canadá, tuve la suerte de conocer los cinco primeros: Moraine, Emerald Lake, Lake Louise, Lake Maligne y Lake Peyto. Los otros son Huron, Shadow Lake, Wedge y Herbert. Pero además visité varias decenas de los más de dos millones de lagos que posee el país, uno de los más ricos de agua en el mundo junto con Brasil, Rusia y Estados Unidos.
Precisamente la célebre guía de turismo Lonely Planet ha declarado en su lista de los destinos que se deben visitar en este año de 2017 a Canadá como el primero y a Colombia como el segundo. De la inagotable belleza de ambos doy fe, ni más faltaba.
Este país figura como el más limpio en el mundo y precisamente Calgary encabeza la lista de las ciudades más limpias del planeta, circunstancia que se da no solo por el civismo de su gente sino porque hay basureras por todas partes en las ciudades y en el campo. Las tapas de las basureras que hay en el campo están orientadas hacia abajo y con una rejilla que las oculta de modo que los animales no las puedan abrir y comerse los desechos que dejan los visitantes. En vallas se advierte de la prohibición de dar comida a los animales silvestres y quien lo haga y sea sorprendido deberá pagar una multa de 25.000 dólares, suma suficientemente disuasiva. Y como Canadá es un país serio y allá las leyes se hacen para cumplirse, me cuentan que a más de un turista irresponsable le ha tocado “meterse la mano al adolorido dril” y desembolsar la nada despreciable suma. Alivia la situación saber que se trata de dólares canadienses que son un poco más baratos, un poco no más, que los americanos. Imagino, (pícaro que es uno) que hasta allí le llegó el paseo al turista de marras que no tuvo más remedio que volver a casa con la lección aprendida. Cuando en su casita le dé comida a su perrito recordará el penoso y pecuniario incidente. Veíamos todos los días helicópteros que sobrevuelan los parques nacionales en prevención de incendios forestales, de incidentes con osos y en labores de vigilancia. Lo dicho, para los canadienses sus parques nacionales naturales son joyas e invertir ingentes sumas de dinero en ellos es apenas lo normal. A este empeño del gobierno ayuda la conciencia clara de los ciudadanos sobre la importancia de cuidar los recursos naturales.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015